lunes, 5 de septiembre de 2011

Capítulo 24.

Volví al recibidor,  todos estaban donde los había dejado, excepto Mikey, que había desaparecido.  Decidí ir a darme una ducha, la necesitaba, al menos para aclararme sobre lo que estaba pasando.  Me dirigí hacia mi habitación, cogí ropa limpia y fui al baño, salí para coger una toalla.
Estuve en el agua el tiempo suficiente como para que mis manos se arrugasen. Decidí concentrarme en abrir el archivo, tal vez no contenía nada importante, o tal vez contenía algo tan importante que debería acabar con él. En realidad no tenía ni idea. También me dio tiempo a pensar en que si hace unos días Korse me temía, ¿Porqué ahora nos había raptado? Es decir, si aún puedo acabar con él, ¿Porqué arriesgó tanto capturándonos y obligándome a abrir el archivo que contenía el ordenador de mi padre? ¿Y por qué no vi en ningún momento al Dr. Burn? Se suponía que trabajaba con mi padre ¿Porqué no habían recurrido a él…tal vez…? No, no quería pensar aquello, eso significaba que Cellophane Monster estaba sola, y eso si que no podría ocurrir. Pensar en ella me hizo sonreír, hacía varios años que no la veía. La última vez la dejé sana y salva con su padre, el Dr.Burn. La echaba tantísimo de menos, lo cierto es que en esos momentos la necesitaba más que nunca.
Salí de la ducha vestida y un poco arreglada, hacía tiempo que no usaba el maquillaje, y según Cellophane Monster, “si no lo usas, caduca, muta, se convierte en un monstruo y te traga”, recordar aquello casi me hizo llorar, llorar de alegría por la risa. Desde luego ella era única.
Me dirigía al recibidor cuando me topé con Laura, me dijo que tenía algo importante que decirme, que me esperaba en su habitación. Pensé que era que había logrado liarse con Mikey, a si que olvidé lo que me dijo y continué mi camino.
Todos estábamos en el recibidor, absortos en nuestros pensamientos, cuando de pronto, se escuchó el motor de un coche. Todos nos pusimos alerta. Sacamos nuestras pistolas laser y nos cubrimos la cara. Estábamos en completo silencio, y oímos varios pasos aproximándose a la puerta, después, unos pequeños golpes, que después se intensificaron. Me acerqué a la puerta, si eran draculoides, acabaría con ellos, además no creo que hubiesen llamado así.
Abrí despacio, y oí risas al otro lado. Cuando la puerta estuvo lo suficientemente abierta y pude ver con claridad quien era, tiré el arma al suelo y salté de alegría, me abalancé sobre ella gritando. La abracé hasta dejarla sin respiración, aunque ella me dejó la camiseta hecha un higo tras zarandearme para asegurarse de que era yo. Entonces me di cuenta de que no venía sola. Hice que todos pasasen, pero antes de cualquier presentación, agarré a Emily de la mano y la llevé a mi habitación. Cerré la puerta y me apoyé en ella.
-¿Qué haces aquí?- pregunté tan alto y tan deprisa que ni yo me entendí.
-¡Menuda pregunta¡ ¡Asegurarme de que sigues viva!- respondió.
-¿Dónde coño has estado?- continué, con el mismo tono de voz y la misma velocidad que la pregunta anterior.
-¿Yo? ¡Tú eres la que desapareciste!
-Vale…me fui…y te tengo que contar tantas cosas…¡te he echado tantísimo de menos! Hoy mismo he pensado en ti, y vas tú y apareces…
-Sabes perfectamente que tú y yo tenemos telepatía- Dijo. No pude contener las lágrimas y me lancé hacia ella. La abracé, de verdad la necesitaba.
-No llores, tú nunca lloras.- dijo.
-Como se nota que hace mucho que no nos vemos…-respondí.
-¡Es cierto! Tú jamás has derramado una lágrima, exceptuando lo de tus padres…-continuó.
-Pues últimamente me he quedado seca de tanto llorar…-dije con un hilo de voz.
-¿Quién o qué ha hecho que tú llorases? ¡Dímelo que me lo cargo!- chilló ella intentando hacerme reír. Y consiguiéndolo.
-Es una larga historia, pero tenemos tiempo, o más te vale, sé que no te gusta quedarte mucho en los sitios, pero aquí te quedarás porque lo digo yo.- afirmé.
-No pienso separarme de ti jamás- respondió ella con una amplia sonrisa en la cara.
-Cásate conmigo- fue lo primero que me vino a la mente.
-Está bien, pero debe ser un secreto, no quiero que mi churri se entere.- susurró ella.
-¿Qué es eso de que tienes Churry? ¡Ya me lo estás contando todo!-me moría por hablar con ella, contarnos todo lo que nos había ocurrido estos años, que me ayudase a solucionarlo todo. Sabía que con ella si podía contar, era como una hermana para mí, tal vez la quería demasiado.
-Tranquila, antes, será mejor que no dejemos a mis amigos solos, o se volverán locos- tras este comentario, reímos y volvimos al recibidor. Había un ambiente gélido, todo el mundo estaba en silencio y Emily y yo reíamos de cualquier cosa, teníamos que retomar los años perdidos.
-Haber…¿Por dónde empezamos?  Emily, este es Gerard.- Él la saludó cortésmente.
-Este es Frank- él la cogió de la mano y le dedico un tierno beso, después me guiñó un ojo, y yo le devolví el gesto.
-El del pelo a lo afro es Ray- Dije señalándole.
-Ella es Laura- continué.
-Y él es…Mikey…-dije un poco extraña.
-Hola Mike- respondió ella.
-¿Cómo has dicho?- pregunté yo.
-Mike es más corto- y tras ese comentario, todos reímos.
-Vale, ahora me toca a mí.- dijo ella.
-Chicos- dijo refiriéndose a nosotros- ellos son: Jared, el rubio. Ryan, el moreno. Y ella es Amy