lunes, 4 de febrero de 2013

Capítulo 38


A Celia.
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Me desperté, no era muy tarde, el reloj marcaba las diez
Miré a mi alrededor, no había nadie. Salí de la furgoneta preocupada
Me alivié al verlos bromeando y charlando relajadamente
Busqué a Mikey con la mirada, su turno debería haber acabado hace no mucho. Le vi hablando con Jared y Emily. Me acerqué a ellos
-Buenos días- les sonreí.
-¿Has desayunado? – me preguntó Mikey
Negué con la cabeza
-Vamos- me cogió de la mano- Seguro que aún queda algo de café, si Gerard no se lo ha acabado ya.
Los dos reímos. Llegamos hasta los restos de la hoguera, donde calentábamos el café con las ascuas. Vimos a Gerard  echándose las últimas gotas en su taza.
-¿Queda café?- preguntó Mikey.
-Ya no.- respondió Gerard.
Puse una mueca divertida de fastidio.
-Tienes que dejar las drogas Gerard.- Bromeé. Él sonrió.
-Tendremos que buscarte otra cosa – añadió Mikey.
Gerard levantó la mirada, que tenía fija en su taza y la puso en nosotros.
-¿Quieres?- preguntó.
-¡Oh no! – Exageré – No seré yo quien te prive de tu café matutino.
Sonrió y tendió su taza hacia mí.
-Toma, de todos modos ya he tomado uno- me dedicó una media sonrisa. Cogí la taza y le di las gracias con la mirada. Mikey y yo volvimos con Jared y Emily. Jared había sido sustituido ahora por Frank.
Cuando nos vio llegar dijo:
-¿Aún quedaba café?¿Es que Gerard se ha dormido?- rió.
-Yo creo que está enfermo, le h dado su café.- dijo Mikey señalándome. Frank me miró escéptico.
-Será el desierto- Justifiqué. Frank cabeceó.
A los pocos minutos yo me había acabado el café y apareció Ray.
-¿Nos vemos?- Preguntó. Esperé a que alguien respondiese, después me dí cuenta de que la pregunta era para mí.
-Deberíamos-sugerí.
-¿Hacia dónde, jefa?- Siguió Ray.
-No me llames jefa- Bufé.- Anoche vimos humo por el oeste, podríamos acercarnos.
Asintieron y fueron a avisar a los demás.
Recogimos y vi a Gerard hablando con Frank, el cual parecía preocupado. Frank se fue y yo me acerqué a Gee.
-Hey, parece que al final sales ganando- dije sonriente.
Me miró, parecía cansado, o tal vez triste.
-¿Qué?
-Que al final vamos hacia el oeste.
-Ah, sí.
-Gee, ¿Te pasa algo?

-Eh…no, nada- no parecía nada convencido
-Sabes que puedes contarme lo que sea ¿Verdad?
Sonrió
-Vamos. – dijo como única respuesta.  Y nos reunimos con el resto.
Yo viajaba delante con la moto, y detrás, marcaban la furgoneta y el coche.
Aceleré para llegar antes que ellos y ver si había algún peligro. El lugar del que provenía la noche anterior el humo estaba en un valle , por lo que ascendí por un lateral, para observar, vi un coche, y los restos de una hoguera, pero a nadie más. Bajé por un pequeño camino grabado en la arena. Me acercaba al coche cuando oí disparos.

jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 37


-¿Ves aquello? –su voz me sacó de mis pensamientos.
-¿Qué?- dije, desconcertada.
-Es humo.-
le miré, estaba clavando la mirada en un punto fijo en la lejanía. Miré hacia allí. Humo, alguien estaba encendiendo una hoguera a las 4 de la mañana. Esa era la opción menos probable, lo más seguro es que algo hubiese explotado, o los draculoides hubiesen incendiado algún refugio. Pero habríamos oído algo, no estaba tan lejos. Y en el silencio de la noche, cualquier pequeño ruido parece más grave.
-¿Deberíamos acercarnos? –preguntó.
-No sé.- respondí.
Me miró con cara excéptica.
-Quiero decir, puede ser algo, o no ser nada.-aclaré.
Abrió los ojos en señal de incomprensión.
-Que pueden ser un grupo de despistados, o un ataque.
-¿Entonces, nos acercamos? –repitió.
-No lo sé. –volví a decir.
Él rodó los ojos.
-Menuda líder estás hecha.- dijo en voz baja, como si no quisiese que lo oyera.
-¡Oye! –alcé el tono y me levanté.
-¿Qué pasa ahora? – dijo girándose hacia mí.
-¡No puedo arriesgarme a ir y encontrarme con un ejército de draculoides yo sola! –casi grito.
-Yo también estoy aquí eh¡
-Lo sé, pero aún así serían demasiados.
-Te has enfrentado a grupos más numerosos.
-No sabemos cuántos hay.
-¿Desde cuándo te has vuelto una cobarde??
-¿Qué? ¿Cobarde? ¿Es que quieres que nos maten?
-¡No! ¡Pero alguien puede necesitar ayuda!
Estábamos discutiendo, nos gritábamos, y no dejábamos de mirar en la dirección de donde provenía el humo.
-Gerard, basta ya, no podemos ir y punto.
Intenté poner fin a la discusión, pero no estaba dispuesto.
-¡Pues yo voy, ahora mismo!
-¡Gerard!
No me hizo caso, se encaminó hacia el lugar causante de la disputa, no parecía estar lejos, pero en el desierto las distancias engañan.
-Gerard, espera.- intenté calmarme, para poder calmarlo a él. Pero continuaba caminando.
No se había alejado demasiado, corrí hacia él e intenté pararle agarrándole el hombro por atrás, se sacudió, bufó, y continuó. Me quedé allí plantada, frustrada. Con el cejo fruncido y los brazos cruzados. Finalmente decidí interrumpirle el paso. Corrí y me puse delante de él, intentó apartarme pero no pudo. Me miró a los ojos, amenazándome con la mirada.
-Gerard, para, por favor. – le pedí.
-¿Porqué? ¿Acaso te importa lo que haga? – respondió.
¿Qué clase de respuesta era esa?, aprovechando mi confusión, me dio un empujón y me apartó.
Volví a ponerme delante de él, me volvió a empujar, esta vez me tiró al suelo. Pero paró. Me miró. Me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Una vez de pié, le miré extrañada.
-Yo…-tragó saliva.
-No importa…
-Sí que importa Cris, yo…- parecía cansado y triste.
-De verdad Gerard, no pasa nada, mañana nos acercaremos, si son Killjoys, seguirán ahí, y si son draculoides ya se habrán ido.
-No es eso…-apenas entendí esas palabras, las dijo en menos que un susurro.
-Volvamos ¿Sí? –Dije, sonriendo.
Él esbozó lo que parecía una media sonrisa, pero demasiado triste para serlo. Algo le preocupaba, saltaba a simple vista ¿El qué? No lo sé.
-Nuestro turno está apunto de terminar, los dos necesitamos descansar.- añadí. Le froté el brazo, para animarle o algo.
Volvimos.
Entré en la furgoneta, me acurruqué junto a Mikey y me quedé profundamente dormida.

Capítulo 36


Alguien me llamaba, por lo que me desperté.
-Cris, te toca.- era Laura, su turno acababa de terminar, por lo que su voz sonaba pesada y ronca. Me levanté sin muchas ganas, pero me despejé enseguida, arropé a Mikey, su turno no era hasta dentro de mucho. Le di las gracias a Laura y se dejó caer sobre el colchón.
No sabía con quién me tocaba  hacer el turno, aún así me preparé. Salí de la furgoneta equipada con mi antifaz y mi pistola laser.
Me alejé caminando despacio y me senté en el suelo. Pocos minutos después oí pasos detrás de  mi. Agarré mi arma y agudicé los sentidos.
-Buuh…- me dijeron al oído.
-No eres nada sigiloso- dije mientras me ponía en pie.
-Oh, ¿En serio? Juraría que te habías asustado- nos alejamos un poco más para poder vigilar mejor  la zona.
-claro que sí, asustadísima- dije sarcásticamente. Él rió.
-Ves, te lo dije- respondió.
Cuando casi habíamos perdido de vista la furgoneta y los restos de la hoguera, paramos.
Llevavamos callados 15 minutos y el silencio empezaba a hacerse incómodo.
-Maldito desierto.-susurré. Me miró.
-¿Qué ocurre? – preguntó.
-Pues que hace frio- respondí, frotándome los brazos. Él sonrió.
-Tienes razón…
Un silencio incómodo nos visitó durante un largo rato.
Suspiré.
-¿Qué ocurre? –preguntó.
-Nada, aburrimiento, supongo…
-ahám…
En mi mente buscaba desesperadamente un tema de conversación, pues el ambiente se estaba poniendo tenso.
-¿De quien es el próximo turno? – dije vagamente.
-De Ray y Jared, si los pusiste tú- rió. Tenia razón, pero algo había que decir.
-Oh, cierto.
-¿Sabes qué es lo bueno del desierto?- dijo, yo respiré aliviada, quizás eso no sacaría del pozo de silencio.
-¿El qué?
-Que las estrellas se  ven mucho mejor.
Tenía razón, si alzabas la vista se veía un extenso manto de pequeños puntitos, unos más grandes que otros, sobre un gran fondo negro, y una sonriente luna que parecía alentar a los curiosos a no apartar la vista.
Sentí sus manos sobre mis hombros.
-¿Tienes frío? – dijo, en voz baja, casi como un susurro.
-Estoy bien- respondí, intentando alzar un poco más la voz.
Oí como reía por lo bajo.
-Estás helada.-  insistió.
-Estoy bien, de verdad.-repetí.
-Vale, ¿entonces no quieres esto? – preguntó, a la vez que ponía su chaqueta delante de mí.
-Te vas a congelar, y estoy bien.- cogí su chaqueta, me giré, y se la di, empujándola sobre su pecho.
-Pero qué orgullosa eres.-puso los ojos en blanco, le dediqué una sonrisa sarcástica.
Miré la hora, sorprendentemente llevábamos una hora allí arriba, solo nos quedaba media de vigila.
Me senté en el suelo y empecé a otear el horizonte, allá al fondo parecía que el cielo se tornaba más azul que negro y las estrellas eran menos que pequeños puntitos, me sentí tremendamente pequeña, más aún que ellos. Miré en todas direcciones, alerta, por si alguien decidía que las 4 de la mañana eran buena hora para atacar a un par de Killjoys perdidos, porque era como estábamos. Perdidos.

jueves, 19 de julio de 2012

Capítulo 35.


-¿Pensáis decírselo a todos, o preferís mantenerlo en secreto de momento? – pregunté, inquisitiva.
-Ni idea-Respondió Frank, quien rodeaba con el brazo a Emily, la cual estaba apoyada sobre su pecho. La escena era bonita, la luz de atardecer les golpeaba, y en sus caras se dibujaban sonrisas de felicidad. Verlos así me recordó a Mikey y a mí. Noté que sobraba, me levanté.
-Bueno, será mejor que me vaya- dije. Ellos alzaron la vista, Frank me dijo adiós con la mano y Emily alzó las cejas, preguntándome dónde iba, le respondí guiñándole un ojo.
Fui hasta donde estaban Gerard y el resto, junto a Ryan y Jared, Gerard preparaba una hoguera. Mikey rebuscaba algo en la furgoneta, Ray y Amy charlaban animadamente quien sabe sobre qué.
Me dirigí hacia Mikey, le abracé por detrás y le besé el cuello, noté como se estremeció y soltó una risa por lo bajo.
-¿Qué haces? –pregunté.
-Hacer inventario, alguien tiene que hacerlo. ¿Dónde estabas?- respondió.
-Con Emily, ya sabes.
Le solté, aunque sin muchas ganas, se giró y dejó un corto beso en mis labios.
-¿Qué crees que habrá pasado en la ciudad?- dijo mirando a la nada.
-Saben cuidarse, lo más probable es que hayan echado a todos los draculoides de allí.-respondí, mirando al mismo punto, mientras  subía a la furgoneta de espaldas.
-De todos modos, voy a ver si hay noticias en la radio. –añadí.
Encendí la pequeña radio que había allí, y sintonicé la emisora del Dr.Death.
-La zona tres completamente despejada, gracias al gran trabajo de los Killjoys. ¡Hurra! La ciudad Blue, ha resistido al ataque de la industria, aunque con unas cuantas bajas. Hoy es un día para celebrar, cada segundo estamos más cerca del éxito. Podemos recuperar lo que es nuestro. ¡No hay tiempo para más! hasta pronto.
La voz sonaba un poco distorsionada, pero respiré tranquila al saber que lo habían logrado, y no pude evitar preocuparme por Hayley y el resto.
-Seguro que están perfectamente –dijo Mikey, leyéndome el pensamiento, como siempre.
Empezaba a anochecer, y con la oscuridad llegaba el frio, por lo  que todos fuimos a refugiarnos al calor de la hoguera, aunque algunos estaban más pegados que otros.
Gerard  repartió comida para todos y alguien sacó una botella de jack daniels.
Emily y Frank cruzaban miradas de complicidad, aunque nadie las notase. Amy y Laura se habían hecho casi inseparables y reían juntas.
A Jared y Ryan les tocaba el primer turno de vigilancia, por lo que no estaban.
Mikey estaba tumbado en el suelo, con los ojos cerrados, aunque no estaba durmiendo, se tapaba la cara con una mano, y con la otra hacia pequeños dibujo sin sentido sobre la arena.
Ray estaba en la furgoneta buscando algo, no sé bien que era.
Mientras, Gerard y yo hablábamos sin mirarnos a los ojos, dirigiendo nuestra mirada hacia el horizonte, allá hasta donde nos alcanzaba la vista. Se produjo un silencio incómodo entre nosotros, el cual él rompió.
-¿En qué piensas? – dijo sin mover un solo músculo.
Yo le miré, pero él no se giró.
-No lo sé.-respondí.
-¿Cómo  no vas a saber en lo que piensas?- Seguía sin moverse.
-Digo que no sé en qué pensar, son tantas cosas, que  no sé en qué pensar primero.- yo seguía mirándole, el dirigió su mirada al cielo, uno con muy pocas estrellas.
-¿A dónde vamos a ir ahora? – preguntó, esta vez torció la cabeza hacia mí.
-Pues…lo cierto es que tengo algo pensado, pero es a largo plazo, por ahora, deberíamos buscar un lugar para refugiarnos, hasta que se me ocurra cómo hacer ese algo, después vosotros decidiréis.- respondí, rehuyendo su mirada.
-¿Y qué es ese algo? Si se puede saber, claro.- dijo inquisitivo.
-Todo a su tiempo, lo sabréis, pero por ahora no, dado que no es relevante de momento. –Respondí. Y me levanté.
-me voy a dormir, me toca guardia en 4 horas, será mejor que descanse.- añadí .fui hacia Mikey y le di un toque en su bota con mi pie. Abrió los ojos y se cubrió la cara con la mano, para que no le molestase la luz del fuego.
-¿Vienes? – susurré. No respondió, en cambio, se levanto  y me agarró la mano. Fuimos  a la furgoneta, colocamos el colchón y nos tumbamos, a lo ancho, para dejar sitio.
-¿Tienes frio? – preguntó. Asentí como respuesta. Se levantó y rebuscó entre los trastos que había tirados. Finalmente cogió una manta azul y volvió a mi lado. La estiró sobre nosotros  y se pegó a mí, sonreí ante ese gesto. Juntamos nuestras frentes y nuestras narices se rozaron, ahora sonrió él. Dejé un corto beso en sus labios, pero él quería más, por lo que el beso que vino después, era digno de la película más romántica del mundo, creí escuchar los violines de fondo.

sábado, 23 de junio de 2012

Capítulo 34.


Apoyadas sobre la furgoneta, ella esperando una respuesta y yo sin poder tragar saliva, con los ojos abiertos de par en par.
-¿Y bien? – rompió el incómodo silencio.
-… pues…- no sabía muy bien qué decir, la noticia me había cogido por sorpresa.
-¿estás enfadada? – preguntó torciendo el labio.
-¡No! –Respondí inmediatamente –no, no, no ¿Cómo iba a estarlo?  Quiero decir, me alegro, me alegro de que, bueno, tú y Frank… - no podía pronunciar frases enteras, solo palabras atropelladas por otras. Ella me abrazó y pude soltar el aliento que llevaba retenido un par de minutos.
-¿De verdad? – preguntó.
-Claro que sí, pero ¿Desde cuándo?- me dejé caer al suelo apoyando la espalda sobre la furgoneta.
-Un par de semanas- .Me imitó.
La miré a los ojos y sonreí, al fin y al cabo era una buena noticia, Emily parecía feliz, no paraba de sonreír, aunque en su mirada aún quedaban restos de inquietud, supongo que por el miedo a  mi reacción al saber que Frank y ella estaban juntos, ¿Pero qué esperaba? ¿Qué me pusiese celosa? No podía pedirle fidelidad ni nada parecido a Frank, pero lo cierto es que  sí que estaba celosa, o más bien tenía miedo, miedo  de que Emily se alejase de mí por él.  Pues nadie sabía mejor que yo lo lejos que podía llegar el amor, y si se enamoraban, si lo hacían de verdad, dejaría de pasar tanto tiempo con ella, y probablemente acabaría consumida por dentro, vale, en ese momento me puse demasiado melodramática, pero era lo primero que rondó por mi mente.
-Prométeme que nunca me dejarás. –susurré, queriendo que no me oyese.
-¿Por qué dices eso?- preguntó entornando los ojos.
Mierda.
Desvié la mirada, después de todo, era mi mejor amiga, la quería con toda mi alma y no quería que se volviese a alejar de mí nunca más.
-Cariño, ¿Crees que es tan fácil deshacerte de mí? –añadió con una sonrisa.
Volví a mirarla a los ojos, y sonreí como una estúpida, la abracé.
-¿Y cómo? – pregunté mientras me separaba de ella. Ví como sonreía de lado.
-Yo estaba sentada frente al ordenador, como de costumbre, y de repente apareció con un café en la mano y una sonrisa en la cara, me tendió el café y empezamos a hablar, después de eso no mucho mas…empezamos a vernos más a menudo, ya sabes, para charlar y eso. Entonces cuando menos me lo esperaba me hizo un piropo, y ya sabes que me pongo roja con esas cosas, y…me besó.-sonreía, y miraba al infinito, definitivamente estaba enamorada.
Yo reía, no podía parar, Emily me regañaba y me daba golpes en el brazo diciendo que parase. De repente apareció Frank.
-¿Qué es tan divertido? – preguntó.
-Tú- respondí, entonces Emily y él se miraron.
Frank se sentó con nosotras, al lado de Emily, y sacó un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta.
-Entonces, ya lo sabes.- dijo,  y supe que se dirigía a mi. Yo ya estaba algo más calmada, y había logrado asimilar la noticia.
-Sí, y no sabéis lo feliz que me hace, me alegro mucho por vosotros. – contesté.
-Ni que nos fuésemos a casar- bromeó Emily.
-En los tiempos que corren, encontrar el amor es como si te tocase la lotería. –le reproché.

viernes, 22 de junio de 2012

Capítulo 33.


Tras un par de horas en la carretera en el más completo de los silencios, paramos para estirar las piernas. Hasta hacia poco nos habíamos enterado por radio que la ciudad de la que acabábamos de salir había sido atacada por un ejército de draculoides. Gracias a dios, Emily había borrado todo rastro de su presencia en los ordenadores y había hecho una copia.
Estábamos en medio del desierto de la zona 6, Batery city, no estaba demasiado lejos, y tuve una idea, pero no pensaba compartirla con el resto hasta mucho después.
Ahora lo importante era alejarnos de los draculoides y buscar un lugar donde poder pasar unos días.
Divisé a Emily no muy lejos, decidí ir a preguntar con quien había estado antes de salir de la ciudad,  unos metros antes, Ray se interpuso en  mi camino.
-¿Alguna idea de adónde vamos? – preguntó algo preocupado.
-Viajaremos un par de kilómetros más a ver si encontramos algún sitio donde pasar la noche, si no, pararemos, estamos demasiado cerca de Batery City, podrían descubrir nuestra posición- respondí.
-Si es que no la saben ya…-susurró Ray.
Y lo cierto es que podía tener razón, no nos habíamos alejado lo suficiente, aun habiendo conducido unas 5 horas. Estaba jodidamente harta de huir, de tener miedo a ser encontrada, de perder a alguien, una parte de mí decía que deberíamos escondernos, otra que teníamos que luchar y acabar con esto cuanto antes. Decidí dejar mis peleas internas para luego, porque había perdido de vista a Emily.
-No nos encontrarán Ray, somos Killjoys, vamos a acabar con esto, vamos a restaurar el mundo, y vamos a vivir felices y comer perdices para siempre. –soné tan convencida al decirlo, que hasta yo me lo creí, y por mucho que me costase, decidí que Iba a lograrlo.
Emily volvió a aparecer en mi campo de visión.
-Un momento Ray, luego retomamos la conversación. –Esquivé la mirada inquisitiva de Ray y caminé hacia Emily.
-Tú- dije poniendo la voz grave, ella se dio la vuelta con una sonrisa  y levantó las cejas.
-Tú, ¿Dónde estabas? O mejor dicho ¿Con quién estabas?- pregunté bajando la voz.
-¿A qué te refieres? – respondió, cruzándose de brazos.
-Cuando estábamos saliendo de la ciudad, estabas con alguien-  proseguí.
-¿Quién yo?- se hacía la despistada.
-No, tu sombra.
-Está bien, la verdad es que estaba deseando contártelo,  pero vamos a alejarnos un poco, de momento es algo clasificado- contestó.
Y juntas nos alejamos  un poco del resto, para darme una notica que me dejaría helada.


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Teneis mi permiso para matarme.
Siento no poder haber publicado antes, entre los exámenes y la falta de inspiración, he estado demasiado liada. Pero ahora empiezan las vacaciones, le dedicaré mucho más tiempo.
Gracias a las fieles seguidoras que me presionan a menudo para que escriba.
Este fict es por vosotras.

viernes, 18 de mayo de 2012

Capítulo 32.


Al principio se negaron a creerlo, después necesitaron un tiempo para asimilarlo. Finalmente acabaron por aceptarlo.
Solo se lo contamos a los más cercanos, aún no sabíamos cómo diablos reaccionar, y eso nos estaba consumiendo a todos por dentro.  Estábamos tirado en los sofás, en silencio, cuando Emily nos llamó. Fuimos a ver que ocurría.
-Tenéis que ver esto- exclamó.
-¿Qué pasa?- preguntó Ray.
-estaba examinando a fondo los archivos cuando he encontrado sus patrones, su manera de controlarlos –explicó Emily.
-¿Y se pueden alterar?-indagó Gerard.
-Aún no lo sé ero confió en que sí, porque si los manipulamos ¡podríamos liberar a millones!
Parecía que por fin encontrábamos una buena noticia en aquella marea negra.
-Hey, ¿porqué no descansas un poco? – le sugerí a Emily.
-¡No! No, no, no ¡No puedo parar ahora! – exclamó.
-Sí, si que puedes, desde que llegamos te has pasado encerrada aquí todo el tiempo. Ves a una habitación, duerme, y sal a que te dé el aire- más que como un consejo, sonó como una orden.
-Deberías hacerlo- dijo Frank. Emily le miró y accedió.
Nos fuimos de allí y nos encerramos en nuestras habitaciones.
Cuando entré, vi a Mikey mirando por la ventana con los brazos cruzados. Me acerqué silenciosa y puse mi mano sobre su hombro.
-Sé que es duro…-dije en voz baja.
-Es solo que no termino de creérmelo- contestó. Apoyé mi cabeza sobre él y nos quedamos así un rato.
-¿Sabes?- dije. Me devolvió una mirada interrogativa – estoy segura, de que todo se va a solucionar.
-Te creo, pero ¿Cuánto va a costar?- respondió él.
-No lo sé…

Pasaron los días, y las cosas se relajaron un poco, y aunque Emily pasaba más tiempo con nosotros, estaba horas encerrada en el cuarto, no me lo había dicho, pero yo sabia que tenia la esperanza de encontrar a su padre, y liberarle. Yo no lo creía posible, pero ¿Quién era yo para aniquilar sus ilusiones?
Un día como cualquier otro, tranquilo, silencioso. ¿A quién pretendo engañar? L os días allí eran una fiesta continua, celebraban estar vivos, que no era poco, aunque nosotros  no estábamos para celebraciones. Uno de esos días, la música paró y todos corrieron hacia las ventanas, dieron la voz de alarma.
-¡Debéis iros! – Gritó Hayley.
Ordené a los chicos que se preparasen y arrancasen la furgoneta yo corrí hacia el cuarto de Emily. Cuando llegué, no estaba allí. Fui a buscarla a su habitación, y tampoco estaba allí, me asusté, empecé a gritar su nombre, no estaba por ninguna parte. Entonces, la ví correr por uno de los pasillos, de la mano de alguien, corrí en aquella dirección. Cuando llegué, no había nadie, parecía un callejón sin salida, alguien gritó mi nombre y salí al patio trasero.
Subí a la furgoneta, Emily estaba allí, la miré con cara de “¿Dónde coño estabas?” cerraron las puertas, arrancamos y salimos a toda velocidad hacia ninguna parte.