Al principio se negaron a creerlo, después necesitaron un
tiempo para asimilarlo. Finalmente acabaron por aceptarlo.
Solo se lo contamos a los más cercanos, aún no sabíamos cómo
diablos reaccionar, y eso nos estaba consumiendo a todos por dentro. Estábamos tirado en los sofás, en silencio,
cuando Emily nos llamó. Fuimos a ver que ocurría.
-Tenéis que ver esto- exclamó.
-¿Qué pasa?- preguntó Ray.
-estaba examinando a fondo los archivos cuando he encontrado
sus patrones, su manera de controlarlos –explicó Emily.
-¿Y se pueden alterar?-indagó Gerard.
-Aún no lo sé ero confió en que sí, porque si los
manipulamos ¡podríamos liberar a millones!
Parecía que por fin encontrábamos una buena noticia en
aquella marea negra.
-Hey, ¿porqué no descansas un poco? – le sugerí a Emily.
-¡No! No, no, no ¡No puedo parar ahora! – exclamó.
-Sí, si que puedes, desde que llegamos te has pasado
encerrada aquí todo el tiempo. Ves a una habitación, duerme, y sal a que te dé
el aire- más que como un consejo, sonó como una orden.
-Deberías hacerlo- dijo Frank. Emily le miró y accedió.
Nos fuimos de allí y nos encerramos en nuestras
habitaciones.
Cuando entré, vi a Mikey mirando por la ventana con los
brazos cruzados. Me acerqué silenciosa y puse mi mano sobre su hombro.
-Sé que es duro…-dije en voz baja.
-Es solo que no termino de creérmelo- contestó. Apoyé mi
cabeza sobre él y nos quedamos así un rato.
-¿Sabes?- dije. Me devolvió una mirada interrogativa – estoy
segura, de que todo se va a solucionar.
-Te creo, pero ¿Cuánto va a costar?- respondió él.
-No lo sé…
Pasaron los días, y las cosas se relajaron un poco, y aunque
Emily pasaba más tiempo con nosotros, estaba horas encerrada en el cuarto, no
me lo había dicho, pero yo sabia que tenia la esperanza de encontrar a su
padre, y liberarle. Yo no lo creía posible, pero ¿Quién era yo para aniquilar
sus ilusiones?
Un día como cualquier otro, tranquilo, silencioso. ¿A quién
pretendo engañar? L os días allí eran una fiesta continua, celebraban estar
vivos, que no era poco, aunque nosotros no estábamos para celebraciones. Uno de esos días,
la música paró y todos corrieron hacia las ventanas, dieron la voz de alarma.
-¡Debéis iros! – Gritó Hayley.
Ordené a los chicos que se preparasen y arrancasen la
furgoneta yo corrí hacia el cuarto de Emily. Cuando llegué, no estaba allí. Fui
a buscarla a su habitación, y tampoco estaba allí, me asusté, empecé a gritar
su nombre, no estaba por ninguna parte. Entonces, la ví correr por uno de los
pasillos, de la mano de alguien, corrí en aquella dirección. Cuando llegué, no había
nadie, parecía un callejón sin salida, alguien gritó mi nombre y salí al patio
trasero.
Subí a la furgoneta, Emily estaba allí, la miré con cara de “¿Dónde
coño estabas?” cerraron las puertas, arrancamos y salimos a toda velocidad hacia
ninguna parte.