jueves, 18 de octubre de 2012

Capítulo 36


Alguien me llamaba, por lo que me desperté.
-Cris, te toca.- era Laura, su turno acababa de terminar, por lo que su voz sonaba pesada y ronca. Me levanté sin muchas ganas, pero me despejé enseguida, arropé a Mikey, su turno no era hasta dentro de mucho. Le di las gracias a Laura y se dejó caer sobre el colchón.
No sabía con quién me tocaba  hacer el turno, aún así me preparé. Salí de la furgoneta equipada con mi antifaz y mi pistola laser.
Me alejé caminando despacio y me senté en el suelo. Pocos minutos después oí pasos detrás de  mi. Agarré mi arma y agudicé los sentidos.
-Buuh…- me dijeron al oído.
-No eres nada sigiloso- dije mientras me ponía en pie.
-Oh, ¿En serio? Juraría que te habías asustado- nos alejamos un poco más para poder vigilar mejor  la zona.
-claro que sí, asustadísima- dije sarcásticamente. Él rió.
-Ves, te lo dije- respondió.
Cuando casi habíamos perdido de vista la furgoneta y los restos de la hoguera, paramos.
Llevavamos callados 15 minutos y el silencio empezaba a hacerse incómodo.
-Maldito desierto.-susurré. Me miró.
-¿Qué ocurre? – preguntó.
-Pues que hace frio- respondí, frotándome los brazos. Él sonrió.
-Tienes razón…
Un silencio incómodo nos visitó durante un largo rato.
Suspiré.
-¿Qué ocurre? –preguntó.
-Nada, aburrimiento, supongo…
-ahám…
En mi mente buscaba desesperadamente un tema de conversación, pues el ambiente se estaba poniendo tenso.
-¿De quien es el próximo turno? – dije vagamente.
-De Ray y Jared, si los pusiste tú- rió. Tenia razón, pero algo había que decir.
-Oh, cierto.
-¿Sabes qué es lo bueno del desierto?- dijo, yo respiré aliviada, quizás eso no sacaría del pozo de silencio.
-¿El qué?
-Que las estrellas se  ven mucho mejor.
Tenía razón, si alzabas la vista se veía un extenso manto de pequeños puntitos, unos más grandes que otros, sobre un gran fondo negro, y una sonriente luna que parecía alentar a los curiosos a no apartar la vista.
Sentí sus manos sobre mis hombros.
-¿Tienes frío? – dijo, en voz baja, casi como un susurro.
-Estoy bien- respondí, intentando alzar un poco más la voz.
Oí como reía por lo bajo.
-Estás helada.-  insistió.
-Estoy bien, de verdad.-repetí.
-Vale, ¿entonces no quieres esto? – preguntó, a la vez que ponía su chaqueta delante de mí.
-Te vas a congelar, y estoy bien.- cogí su chaqueta, me giré, y se la di, empujándola sobre su pecho.
-Pero qué orgullosa eres.-puso los ojos en blanco, le dediqué una sonrisa sarcástica.
Miré la hora, sorprendentemente llevábamos una hora allí arriba, solo nos quedaba media de vigila.
Me senté en el suelo y empecé a otear el horizonte, allá al fondo parecía que el cielo se tornaba más azul que negro y las estrellas eran menos que pequeños puntitos, me sentí tremendamente pequeña, más aún que ellos. Miré en todas direcciones, alerta, por si alguien decidía que las 4 de la mañana eran buena hora para atacar a un par de Killjoys perdidos, porque era como estábamos. Perdidos.

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