martes, 13 de diciembre de 2011

Capítulo 27.

Gerard me sonrió, con una sonrisa que no supe cómo interpretar, pero después desapareció sin decir nada.  Emily tiró de mí y me lanzó una mirada que yo conocía muy bien y quería decir “cuéntamelo todo o morirás”. Pero antes de hablar con ella tenía que buscar a Frank.
-Espera, antes tengo que hacer una cosa- le dije a Emily.
Busqué a Frank con la mirada, pero no lo encontré, también él había desaparecido. Salí al patio a buscarlo, pero no lo encontré precisamente a él. Gerard estaba allí, sentado sobre un bidón oxidado.  Quise dar media vuelta antes de que me viese, pero ya era demasiado tarde.
-Hola- saludó con un tono de voz neutro.
-Hola…- dije, y me senté junto a él.
-¿Qué tal todo?- dijo manteniendo ese tono de voz, lo que hizo que yo me perdiese aún más, no sabía como y qué iba a decirle, y esta pregunta desbarató todas mis ideas de empezar una conversación seria.
-Yo...bien, supongo, ¿tú?- no se me ocurrió otra cosa que decir.
-Como siempre, supongo- dijo, imitándome.
-Gerard…yo, quería hablar contigo- dije tras una breve pausa.
-Cristina…Cris…, no tienes nada que decir. Enserio. Estoy bien, sé lo que ha pasado- paró un momento para mirarme y continuó.- Te has reconciliado con Mikey. En realidad, nunca dejaste de quererle ¿Verdad? … pero tranquila, has venido a buscarme para aclarar las cosas ¿no es cierto? Si es así, no te preocupes, ahora estás con él, tú le quieres, y él te quiere. Y yo… bueno, yo ahora no importo, lo que importa sois vosotros dos, que por lo visto, estabas predestinados o algo así, si no ¿Porqué estáis ahora juntos?  Una bonita historia de amor, si señor.
Era sincero, de eso no cabía duda, pero aún había algo de resentimiento y tristeza en sus palabras.
-¿Cómo que tú no importas?- dije, haciendo un esfuerzo sobrehumano para reprimir las lágrimas. Él me miró con cara de desconcierto, pero me dedicó una media sonrisa.
-Gerard, tu siempre has importado y siempre importarás. Sí…puede que Mikey y yo estuviésemos “predestinados”- dije, haciendo las comillas con los dedos.- pero sin ti todo esto no habría ocurrido. Y quiero pedirte perdón…por…por todo.
Me miró con una amplia sonrisa, enseñando todos los dientes, como si estuviese tramando algo, y en el fondo, así era.
-Te perdono, pero con una condición.- Dijo.- en realidad, son dos condiciones.
-¿Qué quieres esta vez Gee?- dije en tono sarcástico.
-¿Gee?- respondió abriendo excesivamente los ojos.
-Emily- dije como única respuesta.
-Bien, ahora déjame decirte lo que quiero, o más bien, lo que exijo.- dijo con una extraña sonrisa en los labios. Yo asentí como respuesta.  Entonces, se acercó a mí, se acerco demasiado a mí, se acercó peligrosamente a mí.
-¿Gerard?- dije parándolo.
-Es mi primera condición. Un beso. Un último beso.
No me dio tiempo a preparar una respuesta cuando sentí sus labios aprisionando a los míos.
No fue un beso pasional, ni un beso triste, fue un beso de despedida, sabiendo que no volveríamos a probar esos labios nunca más.
Nos separamos despacio y le miré con cariño.
-La segunda condición- dijo él, aún sin reponerse del todo del beso- es que estarás con Mikey para siempre. Pase lo que pase, digan lo que digan. De hoy, al resto de vuestras vidas.
-No puedo estar más de acuerdo – dije, siendo totalmente sincera, era lo menos que podía hacer. Por todos.
Volví al interior del motel, al recibidor, y ya solo estaban allí Amy y Frank.
-Frank- lo llamé.
-¿Qué desea ahora su majestad?- dijo en tono burlón.
-Calla y ven aquí- le respondí en el mismo tono. Frank obedeció y lo llevé a la cocina.
-¿Qué pasa?- dijo al mirarme a los ojos.
-Frank…verás, quiero decirte una cosa, pero no sé cómo…- era cierto, no sabía cómo hacerlo, y ver cómo él se abalanzaba hacia  mí, complicó aún más las cosas.
-Frank, estoy con Mikey- logré decir antes de que sus manos rodearan mi cintura y sus labios colisionasen con los míos.
Él pareció no escucharme, y si me escuchó, no le dio demasiada importancia. Me empujó contra la pared y su boca bajó a mi cuello.
-¡Frank!- grité y lo empujé para separarlo de mí.
-¿No era esto lo que querías decirme?- dijo sonriendo.
-No no no  no no y no- casi grité de nuevo.
-Vale, lo siento. ¿Qué querías decirme?- Dijo riendo. Sabía que no iba a escucharme, a si que lo agarré de la camiseta y le miré a los ojos.
-Que estoy con Mikey- me aseguré de separar bien las palabras y decirlas lo suficientemente claras.
-Vaya…-respondió mientras se estiraba la camiseta, que había quedado arrugada del cuello.
-Bueno, era solo eso- dije. No quería que pasase así. No quería decírselo de aquel modo, pero no me dejó otra opción. Fui a salir de allí, pero me retuvo por el brazo, me giré bruscamente.
-Lo siento…-dijo solamente, y me pareció sincero, por lo que le sonreí y me marché.
Fui a mi habitación y encontré a Mikey sentado sobre mi cama, con las manos cruzadas sobre sus piernas. Nos sonreímos.
-¿Ya está?- preguntó él, levantándose.
-Sí, ha salido…mejor de lo que pensaba- respondí, acercándome a él. Me sujetó por la cintura y yo crucé mis brazos detrás de su cuello. Permanecimos así unos minutos, mirándonos a los ojos, comunicándonos con la mirada. Hasta que alguien nos interrumpió.
-Siento robártela, pero también es mía- dijo antes de tirar de mí, sin dejarme tiempo  a decir nada que lo impidiese.
-¿Qué quieres?- dije un poco sofocada por la carrera hasta su habitación.
-¿Qué que quiero? ¿te parece normal no contarme nada?- alcé la cabeza, y allí estaba ella. Con los brazos en jarras y una expresión de impaciencia. No pude evitar tirarme a ella.
-Te he echado de menos cellophane mosnter- dije.
-Y yo a ti- respondió- pero ahora, cuéntamelo todo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Capítulo 26

Nuestros labios se rozaron y no pude evitar sentir pterodáctilos en el estómago, porque decir que sentí mariposas, se quedaba corto. Noté como Mikey se incorporaba, y me separaba despacio de él.
-¿Qué…?- susurró.
-Mikey, lo siento, lo siento de verdad, he sido una maldita estúpida y…lo siento- dije en voz baja, con miedo a lo que pudiese decir él.
-Oye ¿Se puede saber qué diablos ha pasado?- dijo muy serio y apartándose de mí.
-Mikey, te quiero.- tiré de él para besarle, pero él rehusó el beso.
-¿Qué haces?- dijo poniéndose de pie.
-Mikey, lo siento, de verdad, te quiero. Mucho. Y lo…siento- no pude contener las lágrimas en ese momento. Entonces, Mikey tiró de mí bruscamente y me besó. Nos enredamos en un pasional beso y caímos sobre la cama.
-He sido una maldita estúpida- dije poniéndome sobre él.
-No más que yo.- me respondió.
Poco a poco, fuimos deshaciéndonos  de la ropa, que a estas alturas nos molestaba.
Me giró poniéndome debajo de él.
-Te amo- me susurró al oído, para después morderme la oreja sutilmente.
-Te amo- le dije yo al oído, y después bajé mordisqueando su cuello. Recorrí su torso de arriba abajo, recordando cada poro de su piel, cada centímetro, para guardarlo en mi memoria para siempre. Quería recordar su olor para siempre, su tacto. Todo.
Subí de nuevo para besarle. De nuevo sentí como todo se desvanecía a nuestro alrededor, como desaparecíamos.


A la mañana siguiente desperté rodeada por los brazos de Mikey, estuve alrededor de una hora ahí, sin moverme, pensando en nada, simplemente disfrutando de esa sensación de paz y felicidad. Definitivamente no pensaba dejar que pasase algo malo de nuevo. Otra vez no…
-Mikey, quiero arreglar las cosas-dije dándome la vuelta y tirando de la sábana para taparme.
-Ya está todo arreglado- respondió aun con los ojos cerrados, buscó a tientas mis labios y dejó allí un corto beso.
-No solo contigo…-dije tímidamente. Mikey abrió los ojos.
-Entiendo, pero, prométeme una cosa- Dijo. Se apartó el pelo de los ojos. Yo asentí.
-No volverás a tomar conclusiones precipitadas- dijo soltando una leve risita.
-Lo prometo. Y tú, prométeme que no volverás a dejarme- respondí apoyando mi frente sobre la suya.
- Lo juro- dijo en voz baja.
Nos abrazamos, disfrutando de ese maravilloso momento, ninguno de los dos estaría dispuesto a dejar que algo nos separase de nuevo.No.Nunca más.
Finalmente nos separamos, nos vestimos y nos dirigimos  hacia el recibidor, que a estas alturas, se había convertido en un punto de reunión. Antes de salir de la habitación, agarré fuertemente la mano de Mikey, y le miré, intentando demostrarle en esa mirada, todo mi amor.
Me descubrí a mi misma sonriendo, como una idiota, como una estúpida,  como una idiota estúpida enamorada. Y me encantó esa sensación.
Llegamos al recibidor, allí estaban Amy, sentada en una silla, mirando a la nada. Gerard, o lo que parecía él, en la cocina, haciendo quien sabe qué, Emily tumbada en el sofá, con los ojos cerrados, y sonriente.  Frank, devorando un tazón de cereales, y Jared, bebiendo de una taza, que por el humo que echaba, parecía estar muy caliente.
Mikey me besó en la mejilla y fue a la cocina, yo me tiré sobre el sofá, e irremediablemente, sobre Emily, quien gritó y contraatacó con su arma más letal: un ataque de cosquillas.
-¿Qué te pasa?- dijo cuando nos recuperamos.
-Nada, bueno, muchas cosas, pero, nada- hablaba atropelladamente, me hubiese encantado contarle todo allí  mismo, pero no era ni el lugar ni el momento.
Gerard  apareció de pronto y me besó la mejilla. Me sonrojé, y le miré con tristeza, no quería hacerle daño.  Él pareció darse cuenta de que algo no iba bien y me miró de forma extraña.
Mikey volvió y se sentó al borde del sofá. Bastó una mirada para que Gerard se diera cuenta de lo que pasaba.

domingo, 16 de octubre de 2011

Capítulo 25.

Jared era un chico bastante alto, rubio con el pelo de punta, y unos extraños ojos azules, era un chico bastante simpático y encantador. Llevaba una camiseta de manga corta azul ajustada y unos pantalones de un color plateado, con unas zapatillas deportivas negras con tiras doradas.
Ryan era muy moreno con el pelo negro ylargo y unos ojos marrones intensos. Él también era alto, aunque no tanto como Jared, llevaba una camiseta verde con manchas de leopardo tapada casi por completo por una chaqueta azul. Unos pantalones bastante ajustados en un azul muy claro. Tenía un pequeño piercing en el labio.
Ryan y Mikey encontraron bastantes cosas en común por lo que se apartaron u poco del grupo para estar solos.
Amy tenía el pelo castaño y un poco rizado, más bien ondulado. Tenía los ojos azules y la lengua agujereada por un piercing metálico. Levaba una camiseta de tirantes color mostaza, y atada a la cintura una chaqueta vaquera. Unos pantalones negros combinados con unas converses amarillas.
Amy, Emili, laura y yo nos alejamos de los chicos para hablar de nuestras cosas, Amy me pareció una chica encantadora y bastante divertida.
Pero Laura parecía algo incómoda, no decía apenas nada y no dejaba de mirarme, algo preocupada. El día pasó muy deprisa y aún no le había contado a Emily todo lo que me había ocurrido, habíamos pasado demasiado tiempo riendo y escuchando las historias de Jared, desde luego, un chico muy divertido.
Se nos hizo de noche, y ya era bastante tarde. Preparé las habitaciones para Jared, Ryan, Amy y Emily y antes de irnos Laura me hizo un gesto para que me acercase.
-Tengo que decirte algo- dijo, y noté algo de preocupación en sus palabras. Pero tampoco me apetecía escucharla.
-Tengo sueño, mañana me lo cuentas-respondí, y me encaminé hacia mi habitación.
-¡Espera! Le oí decir- Cristina, es importante- insistió.
-Sea lo que sea, puede esperar- insistí, creyendo que me iba a preguntar sobre Mikey.
-¡Por Dios Cristina!- alzó el tono de voz, haciendo que yo me girase y la encarase de una vez, creo que por fin íbamos a tener una conversación seria. Me agarró la mano y me sacó al patio, donde nadie nos oiría.
-Vale ¿qué?- dije seria, quería que esto parase lo más rápido posible.
-¿Tú quieres a Mikey?- Preguntó así. Sin rodeos. Directamente. No me lo esperaba por lo que no puede contestar y con los ojos muy abiertos me heché hacia atrás. Ella movia la cabeza y las manos en señal de que le respondiese.
-Por lo que a mí respecta, puedes hacer lo que quieras con él- respondí al final, y tras sentir como mi corazón se rompía un poco más, si eso era posible, me encaminé hacia la puerta. Pero ella me lo impidió.
-Cristina… ¿Le quieres? Responde por favor es importante- dijo algo más calmada.
-Laura, por favor déjame en paz- respondí enfadada.
-¡Responde! ¡Por Dios! ¡Es importante! –Exclamó mientras me miraba a los ojos.
-¿De verdad quieres saberlo?  No te va a gustar la respuesta- cerré los ojos al decir esto, necesitaba enfrentarme de una vez a la verdad.
-Sí- sólo respondió eso, y yo tenía tantas cosas que decir…
-Yo…yo…sí…quiero a Mikey, le…le amo y no puedo vivir sin él, pero también le odio, por todo el daño que me ha hecho, y le quiero lo más lejos de mi posible…-sentía como las lágrimas salían de mis ojos, despacio, discretas, aunque llenas de rabia y dolor.
Laura se hecho a reír, y yo, incrédula aguantaba aquella humillación. Después me miró compasiva.
-Desde luego, estáis hechos el uno para el otro- dijo. Yo no entendí aquello, pero no me apetecía que volviese a reírse de ´mi, por lo que me limpié las lágrimas e intenté salir de allí pero Laura volvió a impedírmelo.
-¿Sabes? Cuando le pregunté si sentía algo por ti, después de lo de esta mañana, me respondió exactamente lo mismo que tú ahora mismo. Por cierto ¿A qué diablos vino lo de esta mañana? Le hiciste mucho daño…-Sus palabras  no tenían ningún sentido y se estaban haciendo un gran embrollo en mi cabeza.
-¿Qu-qué-qué?- Chillé.
-¿Cómo que qué?- respondió ella, estaba claro que no nos estábamos entendiendo. Y ahora, era yo la que quería explicaciones.
-Laura, explícamelo todo- dije recalcando la palabra “Todo”
-¿Qué?- dijo- Explícame tú por qué diablos besaste a Gerard esta mañana, delante de todos- dijo con cierto tono irónico.
¿Qué porqué? ¡Porque quería!- respondí.
-Oh, vaya, bonita excusa ¿Y qué pasa con Mikey?- dijo, esta discusión estaba empezando a no tener ningún tipo de sentido.
-¿Mikey? ¡Él estaba demasiado ocupado contigo!- ahora las dos nos gritábamos.
-¿Conmigo? ¿Pero qué diablos dices?- Esa pregunta me desconcertó.
-¿Acaso es mentira?
-¡Mikey y yo nunca hemos estado juntos!
- Oh venga ¡Pasasteis la noche juntos!
-¿Qué? ¡Eso nunca ha ocurrido!
-¡Claaaro! ¡Laura os oí! Oí lo que…te dijo- Casi enmudecí al decir eso, recordar aquellas palabras era demasiado para mí.
-¿Y ahora que se supone que dijo?- Ella seguía gritando.
-Bueno…él…te dijo lo mismo que un día me dijo a mí- dije con un hilo de voz.
Laura entonces se hecho a reír, se llevó las manos a la cara y dijo -¡Dios Cristina! ¡No te enteras de nada! –y continuó riendo. Parecía tomárselo todo a broma, y eso me molestaba.
-No quiero hablar más de esto- dije cabizbaja.
-Espera- dijo ella aún sonriente- Cristina, no te enteras de nada…-dijo, y cabeceó un poco.
-¿Porqué me haces esto?- dije rota.
-¡Porque me caes bien-respondió. No quería ni imaginar lo que me haría si le cayese mal.. Decidí irme, esta vez nada de lo que ella dijese o hiciese podría retenerme un segundo más allí. Estaba a punto de cerrar la puerta detrás de mía, cuando la oí decir:
-Cris…Mikey aún te quiere, no le dejes escapar.
Entonces me volví hacia ella y respondí.
-Está claro que no sabes de lo que hablas.
- Él mismo me lo dijo. - Y se acercó a mí.
-Dejemos las cosas como están- dije conteniendo de nuevo las lágrimas.
-¿Es que no quieres volver con él?- dijo seria.
-Por favor…
-Cuando nos oíste hablando, Mikey estaba hablando de ti. Verás, es una larga historia…pero tenemos tiempo de sobra. Cuando os vi a los dos… bueno, lo recuerdas, y él salió a buscarme, le dije lo que sentía por él, me dijo que lo había notado, jeje, Me dijo que era fantástica, pero que estaba enamorado de ´ti, y habíais pasado muchos cosas como para dejarte escapar. Acordamos ser amigos y que me contaría vuestra historia. Después os vio a ti y Gerard abrazados, y se derrumbó, vino a verme, a desahogarse. Empezó a contarme todo lo que había pasado, sin dejarse u solo detalle, con gran emoción. Y tenías que haberle visto cuando hablaba de ti, según él eres, y cito textualmente “jodidamente perfecta”. Me contó cada minuto y cada segundo que habías pasado juntos y yo le escuchaba como una niña a la que le estuviesen contando un cuento. Reproducía emocionándose cada palabra que dijo, y que dijiste. Jamás he visto enamorarse así a alguien. Eres realmente  afortunada por tenerle, por lo que no entiendo por qué hiciste eso con Gerard…- aquellas palabras me mataron por dentro ¿Todo había sido un malentendido? Dios mio, quería explicarle a Laura lo que había pasado, pero no encontraba las palabras, aún estaba asimilando todo lo que había pasado.
-L e dije a Mikey que tú le querías a él, que no se preocupase, que todo saldría bien, pero el beso con Gerard le destrozó, y no atendía a razones, no era capaz de calmarle…-continuó y cada palabra que decía me molía por dentro.
-Laura…yo, creía que tú y Mikey, estabais juntos, es decir, que él ya no me quería, y bese a Gerard por celos. Dios mio ¿Qué he hecho? –aquellas palabras salieron estrepitosamente de mi boca y apenas se entendieron, pero ahora que las dos sabíamos la verdad, sol quedaba una cosa por hacer.
-Corre- dijo Laura leyéndome el pensamiento.
Y eso hice, salí corriendo hacia la habitación de Mikey.
No podía creer que de verdad todo hubiese sido un error, y lloraba de felicidad mientras corría. Llegué a la puerta y paré unos segundos para pensar si llamar o pasar directamente, opté por la segunda opción. Irrumpí en su habitación y me le encontré tumbado en la cama, supuse que dormido. Me acerqué a él, despacio. Pensé que tal vez debería hablar con él primero, explicárselo todo, pero no podía aguantar un segundo más, me senté con cuidado en la cama, puse mi mano sobre su mejilla y me incliné para besarle.
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Siento no poder haber escrito antes.
Me averguenza decir que ha sido por vaguería.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Capítulo 24.

Volví al recibidor,  todos estaban donde los había dejado, excepto Mikey, que había desaparecido.  Decidí ir a darme una ducha, la necesitaba, al menos para aclararme sobre lo que estaba pasando.  Me dirigí hacia mi habitación, cogí ropa limpia y fui al baño, salí para coger una toalla.
Estuve en el agua el tiempo suficiente como para que mis manos se arrugasen. Decidí concentrarme en abrir el archivo, tal vez no contenía nada importante, o tal vez contenía algo tan importante que debería acabar con él. En realidad no tenía ni idea. También me dio tiempo a pensar en que si hace unos días Korse me temía, ¿Porqué ahora nos había raptado? Es decir, si aún puedo acabar con él, ¿Porqué arriesgó tanto capturándonos y obligándome a abrir el archivo que contenía el ordenador de mi padre? ¿Y por qué no vi en ningún momento al Dr. Burn? Se suponía que trabajaba con mi padre ¿Porqué no habían recurrido a él…tal vez…? No, no quería pensar aquello, eso significaba que Cellophane Monster estaba sola, y eso si que no podría ocurrir. Pensar en ella me hizo sonreír, hacía varios años que no la veía. La última vez la dejé sana y salva con su padre, el Dr.Burn. La echaba tantísimo de menos, lo cierto es que en esos momentos la necesitaba más que nunca.
Salí de la ducha vestida y un poco arreglada, hacía tiempo que no usaba el maquillaje, y según Cellophane Monster, “si no lo usas, caduca, muta, se convierte en un monstruo y te traga”, recordar aquello casi me hizo llorar, llorar de alegría por la risa. Desde luego ella era única.
Me dirigía al recibidor cuando me topé con Laura, me dijo que tenía algo importante que decirme, que me esperaba en su habitación. Pensé que era que había logrado liarse con Mikey, a si que olvidé lo que me dijo y continué mi camino.
Todos estábamos en el recibidor, absortos en nuestros pensamientos, cuando de pronto, se escuchó el motor de un coche. Todos nos pusimos alerta. Sacamos nuestras pistolas laser y nos cubrimos la cara. Estábamos en completo silencio, y oímos varios pasos aproximándose a la puerta, después, unos pequeños golpes, que después se intensificaron. Me acerqué a la puerta, si eran draculoides, acabaría con ellos, además no creo que hubiesen llamado así.
Abrí despacio, y oí risas al otro lado. Cuando la puerta estuvo lo suficientemente abierta y pude ver con claridad quien era, tiré el arma al suelo y salté de alegría, me abalancé sobre ella gritando. La abracé hasta dejarla sin respiración, aunque ella me dejó la camiseta hecha un higo tras zarandearme para asegurarse de que era yo. Entonces me di cuenta de que no venía sola. Hice que todos pasasen, pero antes de cualquier presentación, agarré a Emily de la mano y la llevé a mi habitación. Cerré la puerta y me apoyé en ella.
-¿Qué haces aquí?- pregunté tan alto y tan deprisa que ni yo me entendí.
-¡Menuda pregunta¡ ¡Asegurarme de que sigues viva!- respondió.
-¿Dónde coño has estado?- continué, con el mismo tono de voz y la misma velocidad que la pregunta anterior.
-¿Yo? ¡Tú eres la que desapareciste!
-Vale…me fui…y te tengo que contar tantas cosas…¡te he echado tantísimo de menos! Hoy mismo he pensado en ti, y vas tú y apareces…
-Sabes perfectamente que tú y yo tenemos telepatía- Dijo. No pude contener las lágrimas y me lancé hacia ella. La abracé, de verdad la necesitaba.
-No llores, tú nunca lloras.- dijo.
-Como se nota que hace mucho que no nos vemos…-respondí.
-¡Es cierto! Tú jamás has derramado una lágrima, exceptuando lo de tus padres…-continuó.
-Pues últimamente me he quedado seca de tanto llorar…-dije con un hilo de voz.
-¿Quién o qué ha hecho que tú llorases? ¡Dímelo que me lo cargo!- chilló ella intentando hacerme reír. Y consiguiéndolo.
-Es una larga historia, pero tenemos tiempo, o más te vale, sé que no te gusta quedarte mucho en los sitios, pero aquí te quedarás porque lo digo yo.- afirmé.
-No pienso separarme de ti jamás- respondió ella con una amplia sonrisa en la cara.
-Cásate conmigo- fue lo primero que me vino a la mente.
-Está bien, pero debe ser un secreto, no quiero que mi churri se entere.- susurró ella.
-¿Qué es eso de que tienes Churry? ¡Ya me lo estás contando todo!-me moría por hablar con ella, contarnos todo lo que nos había ocurrido estos años, que me ayudase a solucionarlo todo. Sabía que con ella si podía contar, era como una hermana para mí, tal vez la quería demasiado.
-Tranquila, antes, será mejor que no dejemos a mis amigos solos, o se volverán locos- tras este comentario, reímos y volvimos al recibidor. Había un ambiente gélido, todo el mundo estaba en silencio y Emily y yo reíamos de cualquier cosa, teníamos que retomar los años perdidos.
-Haber…¿Por dónde empezamos?  Emily, este es Gerard.- Él la saludó cortésmente.
-Este es Frank- él la cogió de la mano y le dedico un tierno beso, después me guiñó un ojo, y yo le devolví el gesto.
-El del pelo a lo afro es Ray- Dije señalándole.
-Ella es Laura- continué.
-Y él es…Mikey…-dije un poco extraña.
-Hola Mike- respondió ella.
-¿Cómo has dicho?- pregunté yo.
-Mike es más corto- y tras ese comentario, todos reímos.
-Vale, ahora me toca a mí.- dijo ella.
-Chicos- dijo refiriéndose a nosotros- ellos son: Jared, el rubio. Ryan, el moreno. Y ella es Amy

domingo, 21 de agosto de 2011

Capítulo 23.

Volví a la habitación, junto a Gerard, tal vez con el corazón un poco más roto de lo habitual.
Gerard estaba dormido, sonreí al verle, parecía tan inocente así. Me senté sobre la cama, no quería llorar, pero estaba a punto de hacerlo, me levanté y me fui corriendo hacia mi habitación, me choché con alguien y caí al suelo, ese alguien resultó ser Frank quien me ayudó a levantarme.
-¿Dónde estabas? ¿Qué haces aquí? ¿De dónde vienes? ¿Porqué corrías?- preguntó de manera muy rápida. Parecía un interrogatorio, pero al mirarme a la cara se calló y simplemente me abrazó. Me apretó fuertemente contra sí, y yo se lo agradecí en silencio. Él puso sus manos sobre mis hombros, y las bajó despacio hasta llegar a las mías, me besó dulcemente la nariz y fuimos a mi habitación.
-¿Qué pasa ahora? – dijo en  un tono irónico mientras encendía la luz y yo me sentaba en la cama.
-Apaga la luz- dije.
-¿Por qué?- preguntó.
-Me molesta- contesté. Él la apagó, lo cierto es que no hacía ninguna falta, la luz de la luna seguía haciendo aquel efecto iluminador. Frank se sentó junto a mí.
-Ahora vuelvo- le dije. Abrí el armario cogí una camiseta y unos pantalones, ni si quiera sabía cuales había cogido, simplemente los cogí y fui al baño. Me cambie, estaba harta de aquel vestido.  Me miré en el espejo, estaba mejor, o eso me parecía, con una camiseta roja y unos pantalones azules. Al salir, Frank estaba de pie, mirando por la ventana, me acerqué a él y apoyé mi cabeza sobre su hombro.
-¿Porqué tiene que ser todo tan complicado?- dije casi en un susurro.
-La vida es fácil, pero hay que saber cómo vivirla.- respondió. Yo sonreí y me dirigí a la cama.
-Hasta mañana- dijo caminando hacia la puerta con la mirada perdida.
-No. Quédate…por favor- le pedí. No me apetecía pasar la noche sola. Él se metió en la cama, tras quitarse las botas, yo me acurruqué en su pecho y no tardé en dormirme.

Sentí un cosquilleo en la nuca y abrí un poco los ojos, vi a Frank mirándome con ternura.
-Buenos días- dije en voz muy baja. Él no respondió, pero sabía que me había oído. Era de día, se notaba bastante, dado que la luz del sol era cegadora. Me incorporé sobre la cama y miré a Frank, que seguía mirándome. De repente, la puerta de la habitación se abrió bruscamente.
-¡Estás aquí!- exclamó Gerard. Y se sentó en la cama con nosotros.
-Anoche te fuiste sin decir nada- dijo regañándome.
-Estabas dormido, no quería despertarte.- dije intentando disculparme.
- ¡Y  eso que más daba¡ - dijo un poco enfadado. Yo me quedé muda ante aquella reacción.
Frank bajó de la cama y tras ponerse sus botas negras, le guiñó un ojo a Gerard, fue algo que yo no entendí, pero que al parecer significaba algo entre ellos. Gerard sonrió y dijo –Mira aquello- señalando hacia la ventana. Yo miré en aquella dirección, pero no vi  nada raro en la milésima de segundo en la que Gerard tardó en abalanzarse sobre mí.  Yo reí ante aquella broma,  pero él no reía, estaba totalmente serio, por lo que la sonrisa se borró de mi cara.
-¿Qué…- Gerard no me dejó terminar la frase apretando sus labios contra los míos. Escapé como pude de aquel beso  y aunque Gerard me agarraba entre risas yo logré salir corriendo y riendo de la habitación. Llegué al recibidor, Ray estaba sentado en el sillón, bebiendo de una taza, le saludé y fui a la cocina, aún sonriente. Allí estaba Frank, al que saludé con un beso en la mejilla. Llené un tazón de cereales con leche y fui a sentarme en  una de las sillas.
Una de ellas estaba ocupada por Laura, la saludé eufóricamente, hoy estaba contenta, no sabía por qué, pero hoy ya no me importaba nada. Entonces apareció Mikey, le miré, sonreí y le saludé con la mano, como si nada hubiese pasado. Pero él estaba raro se quedó mirándome, perplejo, yo le volví a sonreír y me comí el tazón de cereales muy rápido. Tenía hambre. Entonces me giré, al notar que alguien me miraba, y ahí estaba Mikey, totalmente paralizado, no sé por qué. Decidí ignorarle. Pero entonces llegó Gerard, me levanté me acerqué a él agarré su nuca y tiré de él hacia mí, haciendo que nuestros labios chocasen y se abriesen dando paso a nuestras lenguas, él pareció no estar muy convencido pero segundos después colaboró agarrando mi cintura. No separemos un poco después, le guiñé un ojo. Entonces alguien tiró de mí hacia atrás, me agarró la mano y me sacó al patio. Al fin pude ver que era Mikey.se puso frete a mí y me soltó.
-¿por qué haces esto?- dijo con la voz cortada.
-¿Hacer el qué?- pregunté siguiéndole el juego, esta vez no iba a volver a caer.
-Por favor…-dijo con la voz muy baja.
-¿Qué pasa? ¿Tú puedes ir por ahí con quien quieras pero yo no?-dije. Él no contestó, solo me miraba a los ojos, y vi en su mirada algo distinto, algo que no había visto nunca, era algo extraño, no sabía muy bien que era.
-Cristina…yo…no en tiendo por qué….- se calló, no dijo nada  más.
-¿Qué diablos es lo que no entiendes ahora Mikey?- dije bastante enfadada.
-¡No entiendo cómo puedes hacerme esto! – terminó por gritar.
-¿Qué?-  grité confusa. -¿Yo?
-¿¡Ahora lo vas a negar!?- respondió.
-¿Negar el qué?- ahora los dos nos estábamos gritando mutuamente, no sabía a qué coño se refería y estaba empezando a sacarme de quicio.
-¡Joder!- gritó él.
-¿Me lo piensas explicar algún día?- respondí algo más calmada, él me dio la espalda, agarré su hombro y le giré hasta que nuestros ojos se volvieron a encontrar.
-Lo siento, todo está claro…- dijo en voz baja. Y se fue. Sin decir nada, dejándome allí, sin saber qué hacer o qué decir.

martes, 16 de agosto de 2011

Capítulo 22.

No podía dormir, tampoco quería estar despierta. Estar despierta significaba pensar y mis pensamientos solo giraban en torno a Mikey. Había pasado un día entero y no me había levantado de la cama, seguía con el vestido puesto, estaba totalmente despeinada. Metida en la cama y muy arropada, lo cierto es que no tenía frío, pero me sentía más protegida.
Durante todo el día me había dedicado a mirar por la ventana, a hacer especulaciones sobre lo que contenía el archivo que quería abrir o a clavarme las uñas en la muñeca para recordarme que seguía viva, me había hecho sangre en algunas ocasiones, pero no sentía el dolor. Lo cierto es que ya no sentía nada. Ahora miraba al techo, era tarde, completamente de noche y la luz de la luna iluminaba la habitación, era una luz tenue aunque intensa. De pronto, una luz amarillenta me hizo salir de mis pensamientos, que en aquel momento eran dedicados a Mikey. Oí como la puerta se abría. Nadie había venido a verme en todo el día ¿Porqué iban a hacerlo ahora? Por lo que pensé que había sido una corriente de aire. Pero cambié de idea al oír cerrarse la puerta y unos pasos aproximarse. Miré en aquella dirección desde luego, no era ninguno de los chicos. “Genial” pensé. Era Laura, ¿Qué coño hacía esta aquí?
-Hola – dijo alegremente mientras se sentaba sobre la cama.
Yo ni si quiera contesté, ni la miré. No quería verle la cara.
-Hoy no estás de humor ¿Verdad? – continuó. Yo me tapé la cabeza con la almohada.
-Venga, tienes que comer algo- dijo desarropándome. ¿Qué cojones estaba haciendo? No podía creerlo. En realidad no se muy bien como lo hizo, pero logró sacarme de la cama. Entré al baño y me peiné un poco, me lavé la cara, para quitarme las lágrimas secas. Al salir del baño, ella seguía sentada en la cama.
-Oye ¿Hay algo entre tú y Mikey?-preguntó. En ese instante todo mi cuerpo se paralizó y se giró hacia ella.
-¿Eso es un sí o un no?- insistió. Yo no creía lo que oía.
-Bueno, es que antes, los dos estabais, muy juntitos, bueno ya me entiendes y antes, os habéis evitado, y la verdad, no lo entiendo ¿Hay algo entre vosotros o no?
-Mira, es…complicado-dije, en realidad, no entendía muy bien lo que estaba pasando.
-No, venga, necesito saberlo.
-Y ¿Por qué si se puede saber? –esta conversación me estaba resultando bastante incómoda.
-Es que…bueno…él…si ya me entiendes- y después de decir esto rio a carcajadas. Ahora lo entendía aún menos.
-No, no te entiendo- dije cuando se calmó un poco.
-Es fácil, me gusta Mikey- aquello ya lo sabía, aunque ella nunca me lo había dicho.
-Entiendo, y quieres saber si hay algo serio entre nosotros para lanzarte a por él ¿Verdad?
-Exactamente.
-Pues la verdad, es que no, no hay nada, ya no hay nada.
-¡Genial! –exclamó- Perdón…
Lo cierto es que esta conversación me estaba abriendo los ojos, y la situación estaba así:
Yo quería a Mikey, él no me quería, Laura quería a Mikey, y parece que Mikey también a ella.
Salí de la habitación sin decir nada, me dirigí hacia la recepción. Parecía que no había nadie, lo cierto es que era tarde, al mirar el reloj me asombré, eran las tres  y media de la madrugada.
Fui a la cocina y agarré la bolsa de los cereales, me senté en el sofá y empecé a comérmelos.
Encendí la luz, que hasta ahora había estado apagada, la habitación había estado a oscuras, pero había permanecido lo suficiente en ese lugar como para aprendérmelo de memoria.
-¿Qué haces despierta? –oí decir a Ray.
-¿Qué haces tú despierto?- respondí.
-Yo me he levantado para comer algo – dijo introduciendo su mano en la bolsa de cereales – y me vuelvo a la cama. Adiós.
Ray se fue y volví a quedarme sola. Pasaron los minutos, hasta que oí los pasos de alguien acercarse, pensé que sería Laura, por lo que me sorprendí al ver a Gerard.
-Oh vaya, nuestra princesita se ha despertado- dijo mientras cerraba la puerta detrás de sí.
-No soy ninguna princesita, y no he estado durmiendo.- respondí.
- ¿Entonces que has estado haciendo todo el día? –Gerard se sentó junto a mí en el sofá.
-No mucho.-y le acerqué la bolsa de cereales. Cogió un puñado y se los comió.
-¿No tienes sueño?- dijo bostezando.
-No, pero tú si , vete a dormir-dije mirándole con ternura.
-Solo si tú me acompañas-añadió.
-Gerard, ¡te vas a dormir aquí! Vete a tu cama- le ordené.
-Si tu no vienes, no iré.
-¿Me estás chantajeando?
-Puede…
-Está bien- acepté. Fuimos hasta la habitación número 14. Me tiró sobre la cama, y entonces me di cuenta de que aún tenía la bolsa de cereales.
-Espera, voy  a dejar esto en su sitio- dije. Y fui hacia la cocina. Tras dejar los cereales, volví a la habitación, pero antes de llegar, oí la voz de Laura, estaba hablando con alguien. Me acerqué hasta la puerta de la que procedían las voces. La otra voz era la de un chico, eso era seguro. Me petrifiqué al oír aquello, y al descubrir que era la voz de Mikey.

jueves, 4 de agosto de 2011

Capítulo 21.

-Tuyo y solo tuyo, pero ¿Por qué lo dices?- dijo Mikey.
-¿Es que no has visto cómo te miraba Laura?- respondí arqueando las cejas.
-¿Qué?- dijo abriendo mucho los ojos.
-Lo que oyes.
-No te habrás…
-¿Qué?
-Ya sabes…
-No. No sé.
-No te habrás… ¿puesto celosa?
Le tiré sobre la cama.
-Puede…-respondí. Él rió y tiró de mi vestido hacia sí. Me besó y rodamos sobre la cama.
De repente alguien abrió la puerta, los dos miramos, y vimos a Laura.
-Hola- dije sonriendo. Y volví a besar a Mikey. Laura se fue corriendo. Mikey me apartó de encima de él. Me puso una cara rara y fue en busca de Laura. ¿Por qué había hecho eso? Fui a buscarlos, llegué  hasta el recibidor, solo estaban Ray, Frank y Gerard.
-¿Dónde están Mikey y Laura?- pregunté.
-Aquí no- dijo Ray riendo. Le dirigí una mirada asesina.
-¿Por qué les buscas?-preguntó Frank.
-Cristina, ven- dijo Gerard, saliendo al patio. Pensé que estaban allí por lo que le seguí, pero allí no había nadie.
-¿Qué ha pasado?- dijo él mirándome fijamente a los ojos.
-¿A qué te refieres?
-Entre Mikey y Laura.
-¿Qué? ¡Nada!
-Entonces ¿Dónde están ahora?
-No lo se…
-Te lo advertí.
¿De verdad estaba pasando algo? Ya no sabía qué creer. Parecía que volvía al principio.
Gerard agarró mis manos.
-Mira, quiero mucho a mi hermano, pero no es el mejor en las relaciones…y no quiero que te haga daño. – dijo mientras acercaba su cara a la mía.
Entonces me llevé las manos a los ojos, para intentar no llorar. Parecía estúpida, no dejaba de llorar por cualquier chorrada. Por lo que intenté contenerme, en este caso, con mayor éxito que en otras ocasiones.
Me abalancé hacia Gerard y le apreté fuertemente contra mí. Ahora más que nunca necesitaba un abrazo. Y Gerard estaba dispuesto a dármelo. Tras unos largos segundos, no separamos.
-Gracias- le susurré al oído, mientras volvíamos al interior del motel.
Al entrar, Laura estaba sentada en el sofá, ni si quiera la miré. Entonces me choqué con alguien no supe quien era hasta que alcé la mirada, que tenía fija en el suelo. Era Mikey, que me miraba serio. Al verle, sentí un gran vacío en mi interior, aparté la mirada y los dos continuamos nuestro camino. En ese momento, supe que era cierto, que todo había sido un maldito engaño. No aguanté más y salí corriendo hacia mi habitación. Me tiré sobre la cama, pensé que solo era una niña pequeña con una rabieta. Sentí una mano sobre mi espalda, pensé que era Mikey por lo que grité que se fuera.
-No. Pienso quedarme el tiempo que haga falta- respondió. Pero esa no era la voz de Mikey. Me giré y allí estaba Frank. Sonriente, como siempre. Me tiré a su cuello, abrazándole.
-¿Qué ocurre? – dijo apartándome lentamente y limpiándome las lágrimas.
-Yo…-logré decir entre sollozos.
-¿tiene algo que ver con Mikey?- preguntó serio. Yo asentí con la cabeza.
-¿Quieres que le mate?- continuó serio. Abrí mucho los ojos, no sabía si eso iba en serio.
-Prefiero que me mates a mí- dije  poniéndome de rodillas sobre la cama.
-Ni se te ocurra pensar eso- dijo imitando mi postura.
-Dime que ha pasado.
-Frank…no quiero hablar de ello.
Frank agarró mi cara y con su mano recogió mi pelo detrás de mi oreja.
-Estás preciosa.- dijo.
-¿Qué? – respondí.
-Con el vestido, digo. Antes no pude decirte nada.- continuó.
Sentí como mis mejillas adquirían un color rojizo. Y pensé que la mejor forma de agradecérselo, era con un beso, por lo que me acerqué a él y besé sus labios.
Él me dio otro en la mejilla, y continuamos así, hasta que nuestros labios se volvieron a encontrar.
-Espera- dijo Frank- ¿Quieres hacer esto? ¿Te estás dejando llevar? ¿O solo quieres olvidar a Mikey?
-Frank. Mikey ya no es nadie para mí. Pero aún, no se…
-Entiendo. Pero quiero que sepas, que yo siempre te querré.
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Wehé¡
Bueno, solo quería daros las gracias por leerlo y por darme ánimos para seguir escribiendo.
Mi ego aumenta cada vez que veo un comentario (XD)
Y siento tener que liar tanto la historia, solo pongo lo primero que se me ocurre.
Un saludo para Rachet Poison, a la que espero que le guste como la he colado en la historia.
Y para la persona que votó "Pésimo" solo puedo decir =P (XD).
De nuevo gracias por seguir este blog.
Se despide.
Secret.