domingo, 21 de agosto de 2011

Capítulo 23.

Volví a la habitación, junto a Gerard, tal vez con el corazón un poco más roto de lo habitual.
Gerard estaba dormido, sonreí al verle, parecía tan inocente así. Me senté sobre la cama, no quería llorar, pero estaba a punto de hacerlo, me levanté y me fui corriendo hacia mi habitación, me choché con alguien y caí al suelo, ese alguien resultó ser Frank quien me ayudó a levantarme.
-¿Dónde estabas? ¿Qué haces aquí? ¿De dónde vienes? ¿Porqué corrías?- preguntó de manera muy rápida. Parecía un interrogatorio, pero al mirarme a la cara se calló y simplemente me abrazó. Me apretó fuertemente contra sí, y yo se lo agradecí en silencio. Él puso sus manos sobre mis hombros, y las bajó despacio hasta llegar a las mías, me besó dulcemente la nariz y fuimos a mi habitación.
-¿Qué pasa ahora? – dijo en  un tono irónico mientras encendía la luz y yo me sentaba en la cama.
-Apaga la luz- dije.
-¿Por qué?- preguntó.
-Me molesta- contesté. Él la apagó, lo cierto es que no hacía ninguna falta, la luz de la luna seguía haciendo aquel efecto iluminador. Frank se sentó junto a mí.
-Ahora vuelvo- le dije. Abrí el armario cogí una camiseta y unos pantalones, ni si quiera sabía cuales había cogido, simplemente los cogí y fui al baño. Me cambie, estaba harta de aquel vestido.  Me miré en el espejo, estaba mejor, o eso me parecía, con una camiseta roja y unos pantalones azules. Al salir, Frank estaba de pie, mirando por la ventana, me acerqué a él y apoyé mi cabeza sobre su hombro.
-¿Porqué tiene que ser todo tan complicado?- dije casi en un susurro.
-La vida es fácil, pero hay que saber cómo vivirla.- respondió. Yo sonreí y me dirigí a la cama.
-Hasta mañana- dijo caminando hacia la puerta con la mirada perdida.
-No. Quédate…por favor- le pedí. No me apetecía pasar la noche sola. Él se metió en la cama, tras quitarse las botas, yo me acurruqué en su pecho y no tardé en dormirme.

Sentí un cosquilleo en la nuca y abrí un poco los ojos, vi a Frank mirándome con ternura.
-Buenos días- dije en voz muy baja. Él no respondió, pero sabía que me había oído. Era de día, se notaba bastante, dado que la luz del sol era cegadora. Me incorporé sobre la cama y miré a Frank, que seguía mirándome. De repente, la puerta de la habitación se abrió bruscamente.
-¡Estás aquí!- exclamó Gerard. Y se sentó en la cama con nosotros.
-Anoche te fuiste sin decir nada- dijo regañándome.
-Estabas dormido, no quería despertarte.- dije intentando disculparme.
- ¡Y  eso que más daba¡ - dijo un poco enfadado. Yo me quedé muda ante aquella reacción.
Frank bajó de la cama y tras ponerse sus botas negras, le guiñó un ojo a Gerard, fue algo que yo no entendí, pero que al parecer significaba algo entre ellos. Gerard sonrió y dijo –Mira aquello- señalando hacia la ventana. Yo miré en aquella dirección, pero no vi  nada raro en la milésima de segundo en la que Gerard tardó en abalanzarse sobre mí.  Yo reí ante aquella broma,  pero él no reía, estaba totalmente serio, por lo que la sonrisa se borró de mi cara.
-¿Qué…- Gerard no me dejó terminar la frase apretando sus labios contra los míos. Escapé como pude de aquel beso  y aunque Gerard me agarraba entre risas yo logré salir corriendo y riendo de la habitación. Llegué al recibidor, Ray estaba sentado en el sillón, bebiendo de una taza, le saludé y fui a la cocina, aún sonriente. Allí estaba Frank, al que saludé con un beso en la mejilla. Llené un tazón de cereales con leche y fui a sentarme en  una de las sillas.
Una de ellas estaba ocupada por Laura, la saludé eufóricamente, hoy estaba contenta, no sabía por qué, pero hoy ya no me importaba nada. Entonces apareció Mikey, le miré, sonreí y le saludé con la mano, como si nada hubiese pasado. Pero él estaba raro se quedó mirándome, perplejo, yo le volví a sonreír y me comí el tazón de cereales muy rápido. Tenía hambre. Entonces me giré, al notar que alguien me miraba, y ahí estaba Mikey, totalmente paralizado, no sé por qué. Decidí ignorarle. Pero entonces llegó Gerard, me levanté me acerqué a él agarré su nuca y tiré de él hacia mí, haciendo que nuestros labios chocasen y se abriesen dando paso a nuestras lenguas, él pareció no estar muy convencido pero segundos después colaboró agarrando mi cintura. No separemos un poco después, le guiñé un ojo. Entonces alguien tiró de mí hacia atrás, me agarró la mano y me sacó al patio. Al fin pude ver que era Mikey.se puso frete a mí y me soltó.
-¿por qué haces esto?- dijo con la voz cortada.
-¿Hacer el qué?- pregunté siguiéndole el juego, esta vez no iba a volver a caer.
-Por favor…-dijo con la voz muy baja.
-¿Qué pasa? ¿Tú puedes ir por ahí con quien quieras pero yo no?-dije. Él no contestó, solo me miraba a los ojos, y vi en su mirada algo distinto, algo que no había visto nunca, era algo extraño, no sabía muy bien que era.
-Cristina…yo…no en tiendo por qué….- se calló, no dijo nada  más.
-¿Qué diablos es lo que no entiendes ahora Mikey?- dije bastante enfadada.
-¡No entiendo cómo puedes hacerme esto! – terminó por gritar.
-¿Qué?-  grité confusa. -¿Yo?
-¿¡Ahora lo vas a negar!?- respondió.
-¿Negar el qué?- ahora los dos nos estábamos gritando mutuamente, no sabía a qué coño se refería y estaba empezando a sacarme de quicio.
-¡Joder!- gritó él.
-¿Me lo piensas explicar algún día?- respondí algo más calmada, él me dio la espalda, agarré su hombro y le giré hasta que nuestros ojos se volvieron a encontrar.
-Lo siento, todo está claro…- dijo en voz baja. Y se fue. Sin decir nada, dejándome allí, sin saber qué hacer o qué decir.

martes, 16 de agosto de 2011

Capítulo 22.

No podía dormir, tampoco quería estar despierta. Estar despierta significaba pensar y mis pensamientos solo giraban en torno a Mikey. Había pasado un día entero y no me había levantado de la cama, seguía con el vestido puesto, estaba totalmente despeinada. Metida en la cama y muy arropada, lo cierto es que no tenía frío, pero me sentía más protegida.
Durante todo el día me había dedicado a mirar por la ventana, a hacer especulaciones sobre lo que contenía el archivo que quería abrir o a clavarme las uñas en la muñeca para recordarme que seguía viva, me había hecho sangre en algunas ocasiones, pero no sentía el dolor. Lo cierto es que ya no sentía nada. Ahora miraba al techo, era tarde, completamente de noche y la luz de la luna iluminaba la habitación, era una luz tenue aunque intensa. De pronto, una luz amarillenta me hizo salir de mis pensamientos, que en aquel momento eran dedicados a Mikey. Oí como la puerta se abría. Nadie había venido a verme en todo el día ¿Porqué iban a hacerlo ahora? Por lo que pensé que había sido una corriente de aire. Pero cambié de idea al oír cerrarse la puerta y unos pasos aproximarse. Miré en aquella dirección desde luego, no era ninguno de los chicos. “Genial” pensé. Era Laura, ¿Qué coño hacía esta aquí?
-Hola – dijo alegremente mientras se sentaba sobre la cama.
Yo ni si quiera contesté, ni la miré. No quería verle la cara.
-Hoy no estás de humor ¿Verdad? – continuó. Yo me tapé la cabeza con la almohada.
-Venga, tienes que comer algo- dijo desarropándome. ¿Qué cojones estaba haciendo? No podía creerlo. En realidad no se muy bien como lo hizo, pero logró sacarme de la cama. Entré al baño y me peiné un poco, me lavé la cara, para quitarme las lágrimas secas. Al salir del baño, ella seguía sentada en la cama.
-Oye ¿Hay algo entre tú y Mikey?-preguntó. En ese instante todo mi cuerpo se paralizó y se giró hacia ella.
-¿Eso es un sí o un no?- insistió. Yo no creía lo que oía.
-Bueno, es que antes, los dos estabais, muy juntitos, bueno ya me entiendes y antes, os habéis evitado, y la verdad, no lo entiendo ¿Hay algo entre vosotros o no?
-Mira, es…complicado-dije, en realidad, no entendía muy bien lo que estaba pasando.
-No, venga, necesito saberlo.
-Y ¿Por qué si se puede saber? –esta conversación me estaba resultando bastante incómoda.
-Es que…bueno…él…si ya me entiendes- y después de decir esto rio a carcajadas. Ahora lo entendía aún menos.
-No, no te entiendo- dije cuando se calmó un poco.
-Es fácil, me gusta Mikey- aquello ya lo sabía, aunque ella nunca me lo había dicho.
-Entiendo, y quieres saber si hay algo serio entre nosotros para lanzarte a por él ¿Verdad?
-Exactamente.
-Pues la verdad, es que no, no hay nada, ya no hay nada.
-¡Genial! –exclamó- Perdón…
Lo cierto es que esta conversación me estaba abriendo los ojos, y la situación estaba así:
Yo quería a Mikey, él no me quería, Laura quería a Mikey, y parece que Mikey también a ella.
Salí de la habitación sin decir nada, me dirigí hacia la recepción. Parecía que no había nadie, lo cierto es que era tarde, al mirar el reloj me asombré, eran las tres  y media de la madrugada.
Fui a la cocina y agarré la bolsa de los cereales, me senté en el sofá y empecé a comérmelos.
Encendí la luz, que hasta ahora había estado apagada, la habitación había estado a oscuras, pero había permanecido lo suficiente en ese lugar como para aprendérmelo de memoria.
-¿Qué haces despierta? –oí decir a Ray.
-¿Qué haces tú despierto?- respondí.
-Yo me he levantado para comer algo – dijo introduciendo su mano en la bolsa de cereales – y me vuelvo a la cama. Adiós.
Ray se fue y volví a quedarme sola. Pasaron los minutos, hasta que oí los pasos de alguien acercarse, pensé que sería Laura, por lo que me sorprendí al ver a Gerard.
-Oh vaya, nuestra princesita se ha despertado- dijo mientras cerraba la puerta detrás de sí.
-No soy ninguna princesita, y no he estado durmiendo.- respondí.
- ¿Entonces que has estado haciendo todo el día? –Gerard se sentó junto a mí en el sofá.
-No mucho.-y le acerqué la bolsa de cereales. Cogió un puñado y se los comió.
-¿No tienes sueño?- dijo bostezando.
-No, pero tú si , vete a dormir-dije mirándole con ternura.
-Solo si tú me acompañas-añadió.
-Gerard, ¡te vas a dormir aquí! Vete a tu cama- le ordené.
-Si tu no vienes, no iré.
-¿Me estás chantajeando?
-Puede…
-Está bien- acepté. Fuimos hasta la habitación número 14. Me tiró sobre la cama, y entonces me di cuenta de que aún tenía la bolsa de cereales.
-Espera, voy  a dejar esto en su sitio- dije. Y fui hacia la cocina. Tras dejar los cereales, volví a la habitación, pero antes de llegar, oí la voz de Laura, estaba hablando con alguien. Me acerqué hasta la puerta de la que procedían las voces. La otra voz era la de un chico, eso era seguro. Me petrifiqué al oír aquello, y al descubrir que era la voz de Mikey.

jueves, 4 de agosto de 2011

Capítulo 21.

-Tuyo y solo tuyo, pero ¿Por qué lo dices?- dijo Mikey.
-¿Es que no has visto cómo te miraba Laura?- respondí arqueando las cejas.
-¿Qué?- dijo abriendo mucho los ojos.
-Lo que oyes.
-No te habrás…
-¿Qué?
-Ya sabes…
-No. No sé.
-No te habrás… ¿puesto celosa?
Le tiré sobre la cama.
-Puede…-respondí. Él rió y tiró de mi vestido hacia sí. Me besó y rodamos sobre la cama.
De repente alguien abrió la puerta, los dos miramos, y vimos a Laura.
-Hola- dije sonriendo. Y volví a besar a Mikey. Laura se fue corriendo. Mikey me apartó de encima de él. Me puso una cara rara y fue en busca de Laura. ¿Por qué había hecho eso? Fui a buscarlos, llegué  hasta el recibidor, solo estaban Ray, Frank y Gerard.
-¿Dónde están Mikey y Laura?- pregunté.
-Aquí no- dijo Ray riendo. Le dirigí una mirada asesina.
-¿Por qué les buscas?-preguntó Frank.
-Cristina, ven- dijo Gerard, saliendo al patio. Pensé que estaban allí por lo que le seguí, pero allí no había nadie.
-¿Qué ha pasado?- dijo él mirándome fijamente a los ojos.
-¿A qué te refieres?
-Entre Mikey y Laura.
-¿Qué? ¡Nada!
-Entonces ¿Dónde están ahora?
-No lo se…
-Te lo advertí.
¿De verdad estaba pasando algo? Ya no sabía qué creer. Parecía que volvía al principio.
Gerard agarró mis manos.
-Mira, quiero mucho a mi hermano, pero no es el mejor en las relaciones…y no quiero que te haga daño. – dijo mientras acercaba su cara a la mía.
Entonces me llevé las manos a los ojos, para intentar no llorar. Parecía estúpida, no dejaba de llorar por cualquier chorrada. Por lo que intenté contenerme, en este caso, con mayor éxito que en otras ocasiones.
Me abalancé hacia Gerard y le apreté fuertemente contra mí. Ahora más que nunca necesitaba un abrazo. Y Gerard estaba dispuesto a dármelo. Tras unos largos segundos, no separamos.
-Gracias- le susurré al oído, mientras volvíamos al interior del motel.
Al entrar, Laura estaba sentada en el sofá, ni si quiera la miré. Entonces me choqué con alguien no supe quien era hasta que alcé la mirada, que tenía fija en el suelo. Era Mikey, que me miraba serio. Al verle, sentí un gran vacío en mi interior, aparté la mirada y los dos continuamos nuestro camino. En ese momento, supe que era cierto, que todo había sido un maldito engaño. No aguanté más y salí corriendo hacia mi habitación. Me tiré sobre la cama, pensé que solo era una niña pequeña con una rabieta. Sentí una mano sobre mi espalda, pensé que era Mikey por lo que grité que se fuera.
-No. Pienso quedarme el tiempo que haga falta- respondió. Pero esa no era la voz de Mikey. Me giré y allí estaba Frank. Sonriente, como siempre. Me tiré a su cuello, abrazándole.
-¿Qué ocurre? – dijo apartándome lentamente y limpiándome las lágrimas.
-Yo…-logré decir entre sollozos.
-¿tiene algo que ver con Mikey?- preguntó serio. Yo asentí con la cabeza.
-¿Quieres que le mate?- continuó serio. Abrí mucho los ojos, no sabía si eso iba en serio.
-Prefiero que me mates a mí- dije  poniéndome de rodillas sobre la cama.
-Ni se te ocurra pensar eso- dijo imitando mi postura.
-Dime que ha pasado.
-Frank…no quiero hablar de ello.
Frank agarró mi cara y con su mano recogió mi pelo detrás de mi oreja.
-Estás preciosa.- dijo.
-¿Qué? – respondí.
-Con el vestido, digo. Antes no pude decirte nada.- continuó.
Sentí como mis mejillas adquirían un color rojizo. Y pensé que la mejor forma de agradecérselo, era con un beso, por lo que me acerqué a él y besé sus labios.
Él me dio otro en la mejilla, y continuamos así, hasta que nuestros labios se volvieron a encontrar.
-Espera- dijo Frank- ¿Quieres hacer esto? ¿Te estás dejando llevar? ¿O solo quieres olvidar a Mikey?
-Frank. Mikey ya no es nadie para mí. Pero aún, no se…
-Entiendo. Pero quiero que sepas, que yo siempre te querré.
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Wehé¡
Bueno, solo quería daros las gracias por leerlo y por darme ánimos para seguir escribiendo.
Mi ego aumenta cada vez que veo un comentario (XD)
Y siento tener que liar tanto la historia, solo pongo lo primero que se me ocurre.
Un saludo para Rachet Poison, a la que espero que le guste como la he colado en la historia.
Y para la persona que votó "Pésimo" solo puedo decir =P (XD).
De nuevo gracias por seguir este blog.
Se despide.
Secret.

Capítulo 20.

-Entonces…-dijo Frank.
-Todo está arreglado- sentencié.
-Perfecto- añadió Ray.
-y ahora ¿Cómo salimos de aquí?- preguntó Mikey.
-Tengo un plan-respondí, y uno segundos después, la puerta por la que yo había entrado se abrió dejando ver a un sonriente Korse, nada más salir, le golpeé y al no esperárselo cayó al suelo le quité su pistola laser y grité a los chicos que saliesen. Golpeé a Korse con su pistola en la cabeza dejándole inconsciente en el suelo, pensé en matarle allí mismo, pero le reservaba algo aún peor. Volvimos a la oficina, guardé todos los archivos en un disco, mientras los chicos hacían guardia en la puerta. Tras cerciorarme de que todo se había guardado correctamente, disparé a los ordenadores, destrozándolos por completo. Antes de irme, volví a entrar, agarré la foto de mi padre y la tiré contra el suelo, rompiendo el marco y el cristal, la cogí y la guardé en uno de los bolsillos del vestido.  Nos abrimos paso entre los draculoides que de repente habían aparecido, logramos salir de edificio. Entonces, oímos un grito, Gerard y yo vimos a una Killjoy tirada en el suelo con un disparo en el brazo. Gerard la cogió y la levantó del frio suelo,  poco después, los chicos aparecieron con una furgoneta que se habían encargado de tomar prestada. Ray conducía, Frank estaba a su lado y detrás estábamos nosotros junto a Mikey.
Huíamos de allí lo más rápido que podíamos. Yo intentaba  hablar con aquella chica, a la vez que rompía su camiseta y le hacía un nudo sobre la herida. Cuando nos habíamos alejado lo suficiente y la chica se había tranquilizado un poco, nos presentamos. Lo cierto es que su herida era grave, y al hablar, se notaba su dolor.
-Soy…rachet poison…-dijo, le costaba hablar, por lo que  decidimos dejarla descansar.
Llegamos a mi motel, todo parecía estar igual. Mi moto estaba donde la dejé, supuse que con el detonador aún guardado.
Bajamos de la furgoneta y Gerard cogió a Rachet poison. Entramos en el motel y la dejó delicadamente sobre el sofá.
Tras guardar la moto en mi pequeño garaje, entré al motel y fui a por algo de beber para Rachet poison. Llené un vaso de agua y se lo llevé.
-Toma- dije acercándoselo a la boca, dado que no podía mover su brazo derecho. Tras dar unos pequeños sorbos, susurró un corto “Gracias”. Le dije que descansase, que ahora estaba a salvo.
Los chicos estaban sentados alrededor de la mesa, me acerqué a ellos con los puños en alto, en señal de victoria. Ellos rieron y me imitaron.
-Buen plan- dijo Ray.
-Aunque deberías habernos avisado- añadió Gerard.
-Pero todo ha salido bien- concluyó Mikey.
Yo sonreí. Pero ahora tocaba la segunda parte de mi plan. Averiguar  qué contenía el archivo llamado SCARECROW. Aunque esta parte podía retrasarse un poco.
-Oye- oímos decir a Rachet Poison detrás de nosotros. Estaba de pié, sonriente, parecía no sentir el dolor, y ella misma se había sustituido la venda por otra, de su misma camiseta.
Fue entonces cuando me fijé en ella, no era demasiado alta, pero un poco más que yo, con el pelo negro a capas, largo. Unos ojos marrones oscuros, que parecían negros, y llevaba una desgarrada camiseta morada, con unos pantalones amarillos chillones y unas botas militares negras.
-Ven- dije agarrándola de la mano, la llevé a mi habitación.
-Toma- dije tendiéndole una camiseta verde, dado que de la suya ya no quedaba mucho.
Me lo agradeció con una sonrisa.
-¿Qué hacías en Battery City?- pregunté curiosa.
-Buscaba a mi hermano, que fue capturado hace unos días por unos draculoides.
-¿Ha habido suerte?                                                    
-Sí, logró huir antes de que me dispararan. –ahora su sonrisa era aún más alegre a pesar de todo lo que le había ocurrido.
-Oye, soy Cris- dije sonriente.
-Laura- dijo devolviéndome la sonrisa.
Volvimos al recibidor, donde los chicos parecían estar muy callados. Nada más entrar no pude evitar ver como Laura miraba a Mikey. Se me escapó una risita y todos me miraron, hice un gesto para que me ignoraran.
Se presentaron por sus verdaderos nombres mientras yo iba a la cocina, a buscar algo de comer para Laura. Le llevé unos cereales. Mikey y ella estaban sentados en el sofá, y no pude evitar ponerme un poco celosa, pero sabía ocultarlo. Además, sabía que no podía pasar nada entre ellos.
Me senté en una de las sillas. Miraba a través del cristal de la ventana, veía un gran desierto, un par de montañas y una carretera. Echaba de menos la vegetación, los árboles, las flores. Ahora no había nada. Recordé cuando tenía 5 años y mi padre me llevaba  a dar largos paseos por las calles de una ciudad, la ciudad en la que nací. Y con la que la industria acabó. Ahora tenía 22, y había pasado tantísimo tiempo. Pero lo recordaba como si hubiese sucedido ayer. Sentí como mis ojos se humedecían, por lo que apreté los párpados para evitar llorar. Al abrirlos, Frank estaba sentado frente a mí, con la silla del revés. Sonreía,  le alboroté el pelo y acerqué mi silla a la suya. 
-Gracias- dijo.
-¿por qué?- pregunté, sin saber a qué se refería.
-Por  haberme sacado de aquél infierno.
-No soportaba verte allí. –respondí sonriéndole.
Frank iba a decir algo, pero las carcajadas de Laura y Mikey le interrumpieron. Los dos les miramos. Lo cierto es que ahora si que estaba bastante celosa.
-Mikey ¿puedes venir un momento?- dije para poder separarlos.
-Un segundo- dijo. Se levantó, alborotó el pelo de Laura, haciéndola de rabiar. Y me siguió hasta mi habitación.
Una vez dentro agarré su pelo y le apreté contra mí, introduciendo mi lengua en su boca. Él se separó un poco.
-¿A qué viene esto?
-Para que recuerdes que eres mío.

martes, 2 de agosto de 2011

Capítulo 19.

Me llamó la atención uno de los archivos llamado SCARECROW, intenté abrirlo pero me pedía una contraseña y parecía imposible de descifrar, introduje  varias series de número, incluso algunas palabras, pero a  saber qué  locura se le había ocurrido a mi padre esta vez.
Habían pasado las horas, rondaban las 7 de la tarde, y a los dos nos crujían las tripas.
Alguien llamó a la puerta, Gerard fue a abrir mientras yo seguía con mi empeño de abrir ese archivo.  Alguien dejó una bandeja con comida a mi lado, me giré y vi a Korse.
-¿Qué haces aquí?- dije mirándole a los ojos.
-¿Acaso no tienes hambre?- respondió, y acto seguido, cogió una manzana que se encontraba sobre la bandeja y la mordió. Entonces me di cuenta de que Gerard ya no estaba en la habitación.
-¿Dónde está Gerard?- pregunté preocupada.
-Ahora mismo estará junto al resto de tus amiguitos- y volvió a morder la manzana.
-¿Qué diablos le has hecho?- grité levantándome de la silla. Él empezó a reír y yo le empujé contra la pared.
-Tranquila- pudo decir intentando no reír- Están vivos. De momento.
-Maldito cabrón- susurré.
-¿Te quieres reunir con ellos?- dijo intentando contener la risa.
No sabía a qué se refería por lo que no respondí.
-Come algo primero, no queremos que te mueras ¿Verdad?-  y comenzó a reírse de su “cariñosa broma”. Movió la bandeja hacia mí, me volví a sentar y comí un poco.
-Vámonos- dijo Korse. Que había estado observándome durante la comida.
Atravesamos un laberinto de pasillos hasta llegar a una puerta de madera. Nos detuvimos allí. Le miré para preguntarle en silencio, el asintió con la cabeza, y aunque no me fiaba de él, un grito detrás de la puerta me convenció. Agarré el pomo y lo giré, pero no se abría. Korse me apartó e introdujo una tarjeta en una ranura al lado de la puerta, esta se abrió y nada más iluminarse la sala Korse me empujó allí dentro y la puerta se cerró. No había nadie allí dentro, me había engañado. Era una estancia rectangular, totalmente blanca, exceptuando las dos puertas de madera, una a  cada lado de la habitación. De repente la contraria a por la que yo había entrado se abrió y aparecieron los chicos, estaban magullados por todas partes, por lo que cuando me tiré a ellos para abrazarlos, les hice daño y me tuvieron que apartar, pero aún así yo no les soltaba y les abrazaba con aún más fuerza. Mikey se abrió paso entre Ray y yo, que en ese momento estábamos abrazados. Al ver a Mikey, mi expresión de alegría se tornó para convertirse en una de odio, pareció darse cuenta y puso una mueca de incredulidad, le aparté de mi camino y me dirigí hacia Frank, él agarró mi cara y me besó, yo no me resistí, dado que ya no estaba con Mikey, por lo que le devolví el beso.
-Lo siento- dijo él apartándose. Pero yo le agarré de su rota chaqueta y le acerqué hacia mí, le sacaba casi una cabeza por lo que me agaché y le volví a besar, sin otra intención que darle ver a Mikey que le había olvidado. Pero entonces Gerard no separó, me empujó contra la pared, me agarró de las muñecas -¿Qué coño haces?- dijo mientras yo intentaba soltarme.
Frank le apartó de mí empujándole y se volvió hacia mí. -¿Por qué has hecho eso?
-¿El qué?-repliqué.
-¿Qué diablos pasa contigo?- Mikey se acercó a mí y me miraba desconsolado, pero no iba a caer de nuevo en su trampa. Me reí a carcajadas, me puse frente a Mikey le abofeteé mientras los demás miraban incrédulos. Él se echó hacia atrás.
-¿Pero qué coño?- musitó mientras se llevaba las manos a sus mejillas.
-¿Qué diablos pasa aquí?- dijo Ray intentando calmar el ambiente.
-¿Por qué?- dije mirando a Mikey. -¿Por qué coño me dejaste ilusionarme?
-¿Qué? – dijo Mikey frotándose las mejillas.
-Déjala en paz –interrumpió Gerard.
-¿Qué ocurre?- me dijo Frank, ignorando la discusión entre Mikey y Gerard.
-Mikey es un jodido cabrón- susurré.
-¿Qué coño te ha hecho? Juro que pagará por ello- dijo Frank lanzándole a Mikey una mirada asesina.
-Cristina, ¿Podemos hablar a solas? – dijo Mikey. Yo le dediqué una falsa sonrisa y fuimos a una de las esquinas de la habitación.
-¿Qué pasa aquí?- dijo agarrando mis manos. Yo me solté bruscamente.
- se acabaron los juegos- dije subiendo la barbilla.
-¿Qué?- respondió intentando cogerme las manos de nuevo.
-Estoy al tanto de todo, de tus malditas mentiras, me hiciste quererte como una idiota- en ese momento no pude contenerme y sentí un aguijonazo en el ojo, a la vez que las lágrimas salían.
-Cristina, yo te quiero- dijo limpiándome las lágrimas.
-No, por favor, no sigas- dije apartando sus manos de mí. No quería que dijese nada más, cada palabra que él pronunciaba me destrozaba por dentro, aún le quería, aunque intentase olvidarle.
-¿Por qué piensas lo contrario?- preguntó, e intento abrazarme.
-Mikey, no juegues más conmigo por favor- le supliqué entre lágrimas.
-Oye, te quiero ¿Me oyes? Te-Quiero- dijo separando las dos últimas palabras.
-Por favor- ahora casi no podía hablar ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué se empeñaba en seguir jugando?
-Nunca, jamás, pienses lo contrario- dijo agarrándome la cara. No sé por qué, pero en ese momento le creía.
-Pero Gerard dijo…-musité. Entonces él puso una expresión de odio  y repitió las palabras que yo acababa de decir, indicándome que siguiese.
-Gerard me dijo, que tú no me querías, que solo estabas jugando conmigo…-dije con las pocas fuerzas que me quedaban.
-Cabrón…-susurró él.-Oye, tal vez…empezase así.-continuó, y sus palabras retumbaban en mi cabeza. –Pero no fue así como continuó, me enamoré de ti y me arrepentí de haberte engañado.
-¿Qué?- ahora mismo estaba hecha un lío ¿Quien mentía aquí?
-Lo siento, siento haberte mentido- repitió.
-¿Cuándo?- dije, pues quería saber cuando dejó de mentirme.
-¿Qué?-dijo con sus manos ahora en mi cuello.
-¿Cuándo…-no creía que esas palabras las fuese a decir yo- te…enamoraste de mí?
-La noche que pasamos en casa de Renné- ahora nos mirábamos fijamente, y ninguno apartaba la mirada.
No pude aguantar más y le abracé, nuestros labios se rozaron de nuevo, haciendo que sintiese la electricidad que hacía mucho que no sentía, agarré su cabeza, enredando mis manos en su pelo  y apretándolo contra mí. Yo había dejado de llorar y él me sujetaba entre sus brazos, me levantó levemente sobre el suelo.
Nos acercamos a los chicos, lo cierto es que yo aún estaba un poco confusa, pero después de que Mikey me besase la mejilla, nada me preocupó.