jueves, 28 de julio de 2011

Capítulo 18.

La intensa luz del sol atravesando el ventanal me despertó. Sentí que algo me agarraba, me di cuenta de que Gerard me rodeaba con su brazo. Lo quité despacio, me levanté y le miré, estaba profundamente dormido, y el pelo le tapaba la cara, me acerqué para quitárselo, pero tropecé con la sábana y caí encima de él, haciendo que se despertase.
-Sabía que volverías- dijo agarrándome para ponerme del todo sobre él.
-No, quita- dije apartándome. Pero él empezó a hacerme cosquillas, y yo no pude aguantarme la risa, empezamos a dar vueltas por la cama, hasta que logré tirarle de ella y parar de reír.
Entonces me di cuenta de que no estaba. Le busqué por toda la habitación, parecíamos niños jugando al escondite, de vez en cuando él decía mi nombre para despistarme. Vi algo rojo moverse entre los sofás, le había encontrado, me acerqué despacio hacia allí y como si fuese una niña pequeña, dije -¡BUUU¡ - Gerard se asustó y tiró del albornoz que yo aun llevaba puesto, acercándome aún más a él, si eso era posible.
Apoyé mi mano sobre su pierna y él me agarró el cuello. ¡ALTO! Me dije a mí misma. No podía hacer aquello. Me separé muy deprisa, y volví a la habitación, esta vez dejé la puerta abierta.
Cogí el vestido blanco y fui al baño, abrí el grifo para llenar la bañera.
El baño era muy grande, azulejos blancos, una gran bañera, ducha, lavabo, un pequeño tocador, no podía quejarme.
Salí del baño para coger los zapatos blancos del armario. Vi a Gerard sentado sobre la cama, aún deshecha.
-Voy a darme un baño- dije mientras abría el armario y cogía los zapatos, junto a unas medias que había al lado.
-Te acompaño- dijo él saltando de la cama.
-No-respondí. Volví al baño y dejé los zapatos en el suelo y las medias sobre el tocador.
Cerré el grifo cuando la bañera estaba suficientemente llena. Me desvestí y entré. Me acomodé, sumergí la cabeza y permanecí así durante unos segundos, al salir, vi a Gerard apoyado sobre la pared.
-Joder, me has asustado- dije a la vez que me recogía el pelo. Él seguía apoyado, con los brazos cruzados y con una sonrisa maliciosa en la cara.
-y ahora, ¿Me puedes dejar algo de intimidad?- dije arqueando las cejas. Él se quitó la chaqueta, la tiró al suelo y  se acercó a mí.
-Vete- ordené. Gerard ignoró esas palabras e introdujo una mano en la bañera.
-¿Crees que es lo suficientemente grande para los dos?-dijo mientras salpicaba un poco con la mano.
-Ni se te ocurra- dije con los ojos como platos, al ver sus intenciones. Pero ya era demasiado tarde, tiró de su camiseta hasta quitársela por completo. Su mano bajó hasta su cinturón, pero yo le agarré el brazo con la mano, en señal de que parase. Pero él volvió a ignorarme y acabó por desnudarse por completo y meterse en la bañera “Genial” pensé en un tono irónico.
-Gerard, sal.- le ordené con voz firme y evitando mirarle. Oí como se reía y le dirigí una mirada asesina, a lo que él respondió tirando de mí hacia si.
-Aparta- y le empujé. Él volvió a reír y se acomodó en la bañera mientras rozaba sus piernas contra las mías, yo intentaba impedirlo.
-¿Vas a hacerle esto a tu hermano?- fue lo único que se me ocurrió para que parase
-¿Él? Já- respondió.
-¿Qué?- solté confusa.
-¿Crees que significas algo para él?- sus palabras se clavaron en mi corazón, haciendo que se me cortase la respiración.
-¿a-a qué te refieres?-logré decir.
- Para él solo eres un juego, para entretenerse. No eres la primera, ni la última.- esas palabras me hicieron tanto daño que no pude evitar contener las lágrimas.
-Mientes…-me negaba a creer aquello.
-Ojala…Cristina…él, no te quiere-Dijo mirándome directamente a los ojos, por lo que no tuve más remedio que creerle. Aquello era justo lo que necesitaba, un corazón roto. Ahora todo era perfecto, irónicamente hablando por su puesto.
Salí de la bañera y me tapé con una toalla. ¿Cómo me podía haber dejado engañar tan fácilmente? Me sentía estúpida. Por suerte, Gerard salió también y tras coger una toalla, nos sentamos sobre la cama.
-Oye, olvídale ¿Vale?- dijo mientras me rodeaba con su brazo.
-No creo que pueda…-dije con la voz cortada.
Gerard me besó la mejilla dulcemente y me tiró contra la cama.
-Voy a hacer que te olvides de el por completo- dijo con una sonrisa de complicidad en la cara.
-¿Cómo?-  dije limpiándome las lágrimas.
Entonces él me besó dulce pero apasionadamente, y enseguida comprendí. Le empujé despacio, para alejarle de mí.
-¿Qué ocurre?- dijo con una extraña mueca.
-Gracias- dije, y le guiñé un ojo.
Volví al baño, me senté en el borde de la bañera y me refresqué un poco con el agua. Decidí que lo mejor sería olvidarme de Mikey, por mucho que me costase. Me puse el vestido y los zapatos, me lavé la cara y me arreglé un poco. Me miré al espejo, hacía tiempo  que no lo hacía, pero no me gustó demasiado lo que ví. Parecía estúpida así vestida, y ¿Enserio iba a ayudar a Korse y a la industria? Tal vez, lo mejor sería no pensarlo demasiado, y esperar a ver algo en los ordenadores de mi padre  que me pudiese servir para destruir la industria.
Recogí la ropa de Gerard del suelo y salí, él seguía sentado en la cama, con la mirada perdida.
-Toma, vístete.- le dije apoyando mi barbilla en su hombro, dado que él estaba de espaldas.
Me agarró girando los brazos y me tumbó sobre la cama. Se giró de manera quedando sobre mí, pero al revés.
-Vaya- dijo examinándome con la mirada.
-Lo sé, parezco estúpida con esto puesto- dije.
-Todo lo contrario, estás preciosa- dijo con una sonrisa, la cual me hizo enloquecer por dentro.
Alguien llamó a la puerta, yo fui a abrir mientras él se vestía. Era Ada, nos saludamos y me dijo que tenía que volver a la oficina, lo cierto es que parecía bastante amable, pero no la creía. Llamé a Gerard y volvimos a la oficina de mi padre.

sábado, 23 de julio de 2011

Capítulo 17.

Sentí una bofetada y abrí los ojos,  me encontraba sentada en una silla, y frente a mí había una gran mesa, con varios ordenadores, pantallas, cámaras y papales desordenados por todos lados. No sabía que hacía allí, estaba confusa y me dolía la cabeza.
-¿Qué coño hago aquí?- dije. Korse se encargó de responder a esa pregunta.
-Estás aquí para hacer lo que yo te diga- dijo. una milésima de segundo después, me agarró del pelo y tiró de él hacia atrás- y si no lo haces…me encargaré personalmente de que sufras.
-¿Qué coño quieres ahora?- dije casi gritando. No me respondió y se salió por una puerta, dejándome allí, junto a un par de draculoides, con  los que fácilmente podría acabar, pero no quería empeorar las cosas, no sabía que había sido de los chicos, y me temía lo peor. 
Me levanté y me giré hacia los draculoides, me quedé allí plantada, mirándolos, llegando a incomodarlos, yo ni si quiera parpadeaba. De pronto, Korse nos interrumpió, dirigí mi mirada hacia él.
-¿Qué quieres de mí?- dije en un tono desafiante.
-Quiero que me facilites los datos guardados en esos archivos-dijo señalando los ordenadores.
-¿Y qué saco yo a cambio?
-¿te parece poco conservar tu vida?
-No quiero mi vida, quiero la de los chicos que me acompañaban.
-¿Crees que estás en posición de exigir algo?
-¿Crees que puedes negármelo?
Korse se acercó  hacia mí, pero yo me mantuve firme, agarró mi cuello y apretó, intenté soltarme, pero no pude, estaba empezando a no poder respirar, cuando Korse me soltó y me empujó, caí sobre la silla. Me levanté para golpearle, pero los draculoides me sujetaron, haciendo que me volviese a sentar.
-Está bien ¿Qué quieres?- dijo Korse, apoyándose sobre mis rodillas.
-Quiero a uno de ellos, aquí, conmigo-respondí. Korse se fue por donde había venido, sin decir nada de si iba a hacer algo.
Empecé a ordenar aquellos papeles, aunque había algunos, a los que no les encontraba ningún sentido, parecían secuencias de números aleatorios. Mientras los colocaba, vI el marco de una foto, lo cogí, y el impacto que la foto tuvo sobre mí, hizo que las piernas me fallasen y cayese al suelo. Me quedé mirando al techo, con la foto aún en la mano, vi a unos draculoides mirándome, pero no me apetecía pensar en ellos. Volví a mirar la foto, y mi mente se inundó de recuerdos. En la foto aparecíamos mis padres, mi hermana y yo, cuando ella apenas acababa de nacer. El odio que sentí en ese momento hacia la industria, hacia Korse y hacia todo lo que me rodeaba era inmenso, y al levantarme, empecé a apalear a uno de los draculoides. Los eché de la sala para quedarme sola.
Me senté en una de las esquinas, apoyada sobre la pared. Pensando. Entonces oí abrirse la puerta, ni si quiera alcé la mirada. Oí a alguien gritar mi nombre, “Korse”, pensé, pero luego, me di cuenta de que él no sabía mi verdadero nombre, para él seguía siendo Scarlet. Me levanté de un salto y vi a Gerard, corrí hacia él pero Korse se interpuso entre nosotros.
-¿Esto era lo que querías no?- dijo mirándome con gran desprecio. Le dediqué una falsa sonrisa y le aparté. Abrazé a Gerard, y él me respondió el abrazo.
Korse nos dejó.
-¿Dónde están el resto?- dije ansiosa.
-Eh, tranquila, están bien- me dijo mientras me sujetaba la cara.
-¿Y Mikey?- pregunté preocupada.
-¿Mikey? Él está bien ¿Por qué lo preguntas?- dijo soltándome.
-¿Le han hecho daño? Maldito Korse…-dije convencida de que algo malo había pasado.
-Mikey está perfectamente- dijo Gerard muy serio- ¿Por qué lo preguntas?
Le miré a los ojos, “mierda” pensé, él aún no lo sabía.
-Gerard…-susurré.
-¿Qué ocurre?- dijo.
En ese momento, apareció Korse.
-Debes desbloquear los archivos, tienes tiempo, hoy no harás nada. Ada te llevará a tu habitación.- Dijo él en un tono demasiado amable para ser él.
Entonces apareció una mujer rubia de pelo largo, vestida con un traje gris hasta las rodillas. Gerard y yo la seguimos. Nos llevo hasta una puerta, al abrirla, nos encontramos con un apartamento totalmente amueblado, en tonos blancos y grises.
Ada se fue y nos quedamos solos allí.
-¿Por dónde íbamos?- dijo Gerard.
Me senté en uno de los sillones y puse los pies sobre la mesa. No respondí a Gerard.
Él se sentó sobre la mesa. Yo miraba fijamente uno de los cuadros colgado en la pared. Era un marco blanco, con un fondo gris.
-¿Qué ocurre entre tú y Mikey?- dijo Gerard, haciendo que yo  me levantase del sofá, y me acercase al gran ventanal que había por pared.
Estaba  contemplando toda Battery City, cuando sentí el aliento de Gerard en mi mejilla, esa sensación me produjo un escalofrío. Era tarde, y estaba atardeciendo, por lo que el color del pelo de Gerard cobraba un color especial. Bajé la mirada hasta sus ojos, que con aquella iluminación, tomaban un color verde muy claro. Por un instante, me olvidé de todo, de Korse, de donde estaba, de todo, simplemente para centrarme en la belleza de aquellos ojos. Y parecía que el también, porque dejamos de parpadear durante unos minutos. Poco a poco, nos fuimos acercando, puse mis manos sobre su pecho. Pero entonces vino a mi mente un malherido Mikey, y recordé que no sabía nada de él desde que Korse se los llevó, por lo que aparté a Gerard de mí.
-¿Qué ocurre? –dijo tirando de mí hacia él.
-No..no puedo….Mikey- dije con la voz entrecortada.
-Entiendo- dijo Gerard sin soltarme- Pero me da igual- esas palabras sonaron raras en mi cabeza  y con  doble sentido.
-¿Qué?- musité.
-aún tengo alguna oportunidad ¿No?- las palabras de Gerard eran incomprensibles para mí.
-¡Gerard¡- grité, y me aparté bruscamente de él.
-¿Ahora vas a negármelo?- dijo agarrándome del codo.
¿Qué cojones acababa de decir? Me dieron ganas de abofetearlo, pero me contuve y fui a la habitación. Cerré la puerta y me apoyé sobre ella, examiné la habitación con la mirada.
Una sola cama, con el edredón azul. Un armario con puertas correderas blancas, un gran ventanal, al igual que en el salón. Me acerqué hacia allí, ya había anochecido, la ciudad estaba iluminada de blanco, y cubierta por un gran cielo estrellado. Era una escena tan bella, que olvidé porqué había sido construida.
Me senté sobre la cama y entonces me di cuenta, que sobre una de las sillas, había un vestido blanco, que había pasado inadvertido sobre el fondo de la pared, también blanco. Lo cogí y lo palpé con cuidado, estaba hecho de un material suave, seda tal vez, nunca me habían gustado demasiado los vestidos, pero ese parecía tener su encanto, a pesar de ser totalmente blanco.
Abrí el armario, había unos zapatos de tacón blancos, y un fino albornoz gris.
Me desvestí y me puse el albornoz, me senté en la cama, y entonces recordé que Gerard estaba al otro lado de la pared. Salí y le vi tumbado en el sofá, medio dormido.
-¿Gerard…estas dormido?-  dije zarandeándole un poco.
-Sí- contestó él.
-Ven anda, no pases la noche aquí- dije mientras me giraba y volvía a la habitación.
Me senté al borde de la cama, y a los pocos segundos, apareció Gerard. Ni si quiera nos miramos, nos tumbamos sobre la cama, él en un lado y yo en el otro, le di la espalda, e intenté dormir.

martes, 19 de julio de 2011

Capítulo 16.

Allí estaba, mi vieja Harley Davidson, de las clásicas, como amaba a aquella maravilla. Cogí un trapo y empecé a quitarle el polvo, despacio, suavemente, para no dañarla, mientras, tarareaba una canción, entonces me di cuenta de que no estaba sola, Ray, Frank, Mikey y Gerard me miraban con cara de incomprensión.
-Es mi..-dije, pero mejor sería no dar explicaciones. Cogí mi casco que estaba en la estantería, y comencé a limpiarlo mientras decía cosas como “hola chiquitín” o “pero que cosita”. Los chicos me miraban de forma extraña, pero les ignoré.
-Oíd, me voy a buscar el detonador ¿Os venís, o volvéis?- dije mientras me hacía una coleta, para recogerme el pelo y evitar que se pillase con el casco.
-Ahora no podemos dejarte- dijo Gerard- Estamos juntos en esto.
-Yo iré en la moto, vosotros seguidme a corta distancia-dije subiéndome a la moto. Arranqué, el ruido del motor me produjo una sensación extraña, que me hizo recordar viejos tiempos.
Tardamos varias horas en llegar, de vez en cuando, yo hacía alguna chorrada con la moto, y ellos me pitaban con el coche, reíamos y casi nos matábamos, pero nos daba igual.
Llegamos a una gran explanada, y justo en medio, dos cruces. Allí estaban mis padres. Dejé la moto un par de metros detrás, me acerqué a ellos sin quitarme el casco. Caí de rodillas, no podía mantenerme más en pie, había demasiado dolor acumulado en mi cuerpo. Me quité el casco, quería llorar, pero no me quedaban lágrimas, derramé demasiadas hace tiempo. Decidí que no iba a volver a aquello, no podía volver a caer en los recuerdos, sabía que si lo hacía, esta vez no iba a lograr salir. Me puse en pie justo cuando los chicos se acercaron.
-¿Dónde está el detonador?- dijo Ray.
-Aquí- dije tirando de una de las cruces. –Hay que excavar un poco.
Saqué una pequeña paleta de una de las bolsas que llevaba en mi moto y empecé a quitar tierra, al cabo de unos minutos, encontré una caja de latón. Volví a rellenar el agujero y clavé de nuevo la cruz.
-Aquí está- dije abriendo cuidadosamente la caja. Había un soporte de metal, en el que estaban varios botones de colores.
-¿Por qué hay tantos…cosas?- dijo Ray.
-Mi padre puso bombas por toda Battery City, planeaba evacuarla y volarla por los aires, acabando con todos los centros de la industria.- respondí. –por desgracia, Korse acabó con él antes de que pudiese hacerlo, y pensó que había acabado con todos sus planes, pero no contaba conmigo.
Guardé en una de las bolsas de la moto el detonador.
-Bien, mi plan es continuar por donde él lo dejó, volver a su oficina, recoger todos sus datos, evacuar a la gente y acabar con Battery City, junto con Korse.- dije mirándoles.
-Tu padre era un puto genio- dijo Frank. Yo me reí un poco, pensando “sí que lo era”.
-Entonces, ¿te apuntas?- dije mirándole de arriba abajo.
-Nos apuntamos- dijo Gerard.
-No va a ser fácil- dije.
-Contigo nada lo es- respondió Frank.
-Mi padre tenía una oficina en Battery City, mi plan es entrar ahí y recuperar los datos, pero a mí ya me conocen, y me capturarían enseguida.
-Podría ir yo- dijo Mikey.
-Hay fotos vuestras por toda la ciudad, correrías un gran riesgo- dije notablemente preocupada.
-tengo que entrar ahí como sea.-dije golpeando con mi puño al aire.
-Pero, ¿Por qué allí? Digo, ¿Por qué una oficina en Battery City?- preguntó Gerard.
-Bueno, está claro ¿no?  Esas cosas se hacen desde dentro, mi padre no era el único infiltrado. Había más Killjoys allí dentro, y probablemente, aún los haya.-dije mirando al suelo, y fue entonces cuando caí, el Dr.Burn, seguro que él seguía allí.
-¡El Dr.Burn¡- exclamé con los ojos y la boca muy abiertos.
-¿Quién?- dijeron los cuatro a la vez.
-Trabajaba con mi padre, seguro que sigue allí. Tengo que volver al motel.- dije subiéndome a la moto. Ellos me siguieron. Cuando llegamos al motel, la puerta estaba abierta, me puse el antifaz y saqué mi pistola laser. Se oían ruidos en el interior. Vi a draculoides revolviéndolo todo, disparé a un par de ellos, entonces alguien me agarró por atrás, tapándome la boca y quitándome la pistola y el antifaz, tiró de mí hacia atrás. Intenté soltarme, pero aquella persona era más fuerte que yo, logró sacarme del motel y tirarme al suelo, caí de rodillas, y me giré para verle la cara a ese cabrón. Korse. Maldito hijo de perra, intenté atacarle, pero la escena de unos draculoides pateando a Gerard me paralizó. Había decenas, tal vez cientos de draculoides, y no podía enfrentarme a todos, corrí hacia Gerard y le quité de encima algunos draculoides, le puse en pié, pero entonces vi  a Frank boca abajo tirado en el suelo dejé a Gerard y corrí hacia él, le volteé y puse su cabeza sobre mis rodillas, justo a tiempo de ver como Korse agarraba a Mikey por el cuello y le asestaba un fuerte golpe en la cabeza, él caía al suelo y Ray corría hacia él, pero Korse se giraba y le apuntaba con su pistola laser.
-¡Basta!-grité. No sabía qué hacer, lo único que quería era que aquello parase. Korse se acercó a mí, mirándome con desprecio. Frank estaba inconsciente. Yo me levanté, dejando suavemente la cabeza de Frank sobre el suelo. Me puse a la altura de Korse, oí un grito y miré hacia aquella dirección, Gerard había sido golpeado fuertemente por uno de los draculoides. Intenté acercarme a él, pero decenas de draculoides le rodearon y uno de ellos se enfrentó a mí, en ese momento estaba furiosa, por lo que acabé con él de un solo golpe. Oía las carcajadas de Korse, las cuales me sacaron de quicio. Volví hacia él y le empujé, provocando que él riese aún más alto, le golpeé y dejó de reír, ahora yo sonreía de satisfacción, al menos, hasta que unos draculoides me sujetaron y Korse me devolvió el golpe, escupí la sangre que me molestaba en la boca.
-¿Qué cojones quieres ahora?- dije levantando la cabeza.
Él rió – ¿Crees que te voy a contar mis planes tan fácilmente?
Ahora reí yo – Sueles hacerlo- él me volvió a golpear, esta vez en el abdomen.
-Hagamos un trato – escupí - deja a estos, y yo te dejo en paz.
-¿Quién ha dicho que quiera deshacerme de ti?  De momento…
-¿Qué coño quieres?
-¡Cogedla y meterla en el coche¡- ordenó a sus secuaces.
-¿Qué?- dije incrédula. ¿Qué pasaba con el resto? ¿Qué pasaba con Frank y con Gerad y Mikey  y Ray?
-¿A dónde diablos me llevas?- dije pataleando mientras unos draculoides me cogían y me llevaban hacia el coche.
-Llevaos también a sus amiguitos, démosles una sorpresa- dijo Korse riendo.
-Cabrón- grité, pero un draculoide me golpeó la cabeza y me desmayé.

sábado, 16 de julio de 2011

Capítulo 15.

Frank no había podido dormir aquella noche, yo me había despertado pronto y fui la primera en llegar. Vi a Frank tirado en el sofá, él esquivó  mi mirada.
-Oye, tranquilo ¿Vale?- dije mientras le apartaba el pelo de la cara. Tenía ojeras, los ojos completamente rojos y la cara hinchada. Le rodeé con mi brazo y le ayudé a levantarse, fuimos al baño para que se despejase con una ducha. Él no decía nada.
-Voy a por una toalla, ahora vengo- dije. Al volver, estaba sentado en el suelo, con la mirada perdida. No soportaba verle así.
-Frank...Frankie- dije para intentar animarle. Pero parecía que no funcionaba. De repente, se levantó, cogió la toalla e intentó sonreírme, salí del baño.
Fui a la cocina, había un cartón de leche, por fin podría desayunar en condiciones, rebusqué en los cajones en busca de un poco de azúcar, tuve suerte, encontré un pequeño sobre, me disponía a guardar la leche, cuando me pareció ver un bote de  ¿Cola Cao? -¡Oh dios mío¡- exclamé al verlo, me lancé en plancha sobre la encimera para cogerlo, puse los ojos en blanco, rozando con la punta de mi lengua mis labios, como iba a disfrutar de aquello.
Tras terminar de beberme aquella delicia, oí entrar en la cocina a Gerard.
-¿Y Frank?- dijo.
-Buenos días, Frank se está duchando-le respondí. -¿Quieres desayunar algo?
Gerard gruñó un poco y agarrándome de la cintura dijo –A ti.
Nos balanceamos un poco hacia los lados, reí.- Hay leche, Cola Cao y azúcar- dije, le guiñé un ojo y fui a recepción, Frank aún no había salido de la ducha. Fui a buscar a Mikey. Cuando entré en la habitación, estaba poniéndose la chaqueta.
-Pero que sexy que eres- le dije mientras me apoyaba en el marco de la puerta. Él me miró, sonrió y me giñó un ojo. Esperé a que se pusiese las botas, fuimos de la mano hasta la puerta de recepción.
Frank aún no había salido de la ducha, y Gerard estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas tomándose una taza de Cola Cao, de no ser porque Mikey se me adelantó, me habría tirado sobre él.
Mikey y Gerard empezaron a gastarse bromas que yo no comprendía, pero que irremediablemente me hacían reir.
Entonces Frank salió de la ducha, tenía el pelo empapado y le tapaba casi toda la cara, no dijo nada, salió por la puerta de atrás. Mikey y yo nos miramos, él asintió con la cabeza y yo fui en busca de Frank.
Allí estaba, sentado sobre un bidón de metal oxidado.
-Hola- dije. Él ni si quiera me miró. El cielo seguía nublado, había charcos en el suelo y humedad en el ambiente.
-Oye Frank…lo de anoche-dije sentándome junto a él.-Quiero que sepas, que no pasa nada ¿Vale?
Él se levantó, se puso frente a mí de espaldas.
-Frank…olvídalo ¿Vale? Hagamos como si no hubiese ocurrido nada- dije acercándome a él.
-Pero si que ha ocurrido algo…y no puedo…-dijo con la voz cortada.
-Frank…por favor, no hagas esto más difícil de lo que ya es.- dije poniéndome enfrente de él.
-Soy un estúpido, no merezco que me perdones- dijo ahora mirándome.
-Frank, eres realmente estúpido, porque solo un estúpido, podría decir algo así- dije golpeándole el hombro con mi puño. Me pareció ver una pequeña sonrisa debajo de aquel pelo negro.
-Vamos dentro- dije agarrándole de la mano.
Mikey le miró muy serio al entrar, y Gerard seguía riendo.
-¿Qué te ocurre hermanito?- dijo Gerard mirándole de forma extraña.
-Nada- dijo Mikey mientras se volvía a sentar.
Todos estábamos callados, y Gerard parecía no enterarse de nada. Ray entró gritando -¡Draculoides¡
Todos se incorporaron y sacaron sus pistolas laser, yo me acomodé en el sillón.
-¿No vienes?- dijo Gerard.
-Chicos, no os preocupéis, los draculoides no harán nada si Korse no se lo dice, y no olvidéis, que yo controlo a Korse- dije con una sonrisa de oreja a oreja en la cara.
-Cierto- dijo Gerard. –Pero aún no tienes el detonador.
-No, pero sé donde está- dije manteniendo esa sonrisa.
-¿Y dónde diablos está?- dijo Ray, nervioso.
-Lo tienen mis padres- dije borrando la sonrisa de mi cara.
-Pero … ¿tus padres no…?- dijo Mikey.
-Exactamente-dije señalándole.
-Chicos, no lo entiendo- dijo Gerard. Yo me limité a sonreir.

jueves, 14 de julio de 2011

Capítulo 14.

-¿Dónde os habíais metido?- dijo Gerard.
-Digamos que nos hemos entretenido un poco- respondió Mikey, y yo le golpeé el brazo medio riendo. Gerard nos dirigió una mirada asesina, pero la ignoramos.
-¿Tenéis hambre?- dije para cambiar de tema.
-Me muuuuuuuuero de hambre- dijo Ray.
-Está bien. Prepararos para la cena de vuestra vida.- dije guiñándoles un ojo.
Fui a la pequeña cocina, el gas funcionaba, y había varias cajetillas de cerillas. Tras un par de desastres culinarios, al final me salió algo aceptable. Preparé una mesa y encendí un par de velas. Cenamos tranquilamente, charlando sobre estupideces, como el tiempo.
-Menudo día hace hoy ¿verdad?-dijo Ray.
-Sí, hacía tiempo que no llovía- contestó Frank.
Mientras tanto, Mikey y yo nos lanzábamos miradas de complicidad. Terminamos de cenar y los chicos se ofrecieron a recogerlo todo, acepté, estaba un poco cansada. Me senté en uno de los sofás, encendí la radio, había poca señal debido a la tormenta pero pude localizar una de mis emisoras favoritas, en ese momento estaba sonando una canción que me costó un poco reconocer, sonreí al hacerlo, era R-evolve de uno de mis grupos favoritos, por lo que empecé a tararearla, cerré los ojos y me relajé escuchando aquella canción.
-Una cena estupenda- dijo Frank sentándose a mi lado.
-¿De quién es esa canción?- dijo él mientras movía el pie al ritmo de la música.
- Es de uno de mis grupos favoritos, thirty seconds to mars, hacía mucho que no la oía- le respondí.
-Me gusta- dijo él.
-Chicos, voy a dormir, me voy a la habitación…emm…14- dijo Gerard, mirándome al decir 14.
Nos despedimos de él.  Y Frank y yo nos metimos en una larga conversación sobre canciones, grupos de rock y música en general.
-Creo que yo también voy a acostarme, adiós-dijo Ray, cogió una de las llaves y se fue.
Lo cierto es que era tarde, pero yo no tenía sueño, y acababan de poner en la radio otra canción que me encantaba, me levanté del sillón y empecé a cantarla y a bailar, haciendo el tonto, Frank se levantó y empezamos a bailar juntos, haciendo piruetas, saltando y gritando muy alto, Mikey nos miraba y se reía, estaba sentado en el sofá, con las piernas cruzadas, yo le agarré y tiré de él para que se uniese a la fiesta, todo era perfecto, hasta que Mikey y yo nos dimos un pequeño beso, entonces Frank apagó la radio y nos miró enfurecido. Mierda, pensé.
-Oye Frank-tenía que decírselo.
-Ni oye ni nada, después de lo que pasó la otra noche ¿Esperas que me crea que estás con…este?- dijo con desprecio, refiriéndose a Mikey.
-¿Qué cojones ocurrió la otra noche?- dije.
-Oh, vaya, ahora resulta que la pija no se acuerda- Dijo muy enfadado Frank.
-Frank- intentó tranquilizarle Mikey, pero Frank le empujó para apartarle de él.
-No puedo creer que te vayas con ese- dijo él con la mirada llena de odio.
-Frank… estás empezando a cabrearme- dije en un tono muy serio. Él dio una patada al sillón.
-Oye, más te vale que te tranquilices. Tú mismo me pediste que eligiese, y aquí tienes la elección, ya está hecho.-dije mirándole directamente a los ojos. No quería que se enfadase, pero quería que supiese la verdad.
-Sí, pero aún así, no puedo aceptarla-dijo. Entonces sacó su pistola laser y apuntó a Mikey.
¿En qué diablos estaba pensando? Mikey se quedó petrificado, yo me abalancé sobre Frank y los dos caímos al suelo, forcejeamos para hacernos con la pistola, finalmente él ganó y quedó sobre mí, apuntándome a la cabeza. –No quiero hacerte daño- dijo él.
-Me lo harás si le haces algo a Mikey- le respondí. Entonces Mikey tiró de él y los dos empezaron a pelear, parecía que Mikey recibía la mayor parte de los golpes, hasta que Frank cayó al suelo. Mikey se apartó de él. Frank se levantó, volvió a sacar su arma, apuntó primero a Mikey,  pero yo me interpuse entre ellos, cuando Mikey se giró, me empujó hacia el sofá. Intentó quitarle la pistola a Frank, sin mucho éxito.
Mikey estaba tirado en el suelo, y Frank le apuntaba con la pistola mientras se acercaba más y más a él.
-¡Frank para¡- grité, pero él me ignoró.
-Vamos a acabar con esto- dijo.
-¡Frank no¡-intenté pararle, pero todo lo que decía era inútil.
-¡Está bien¡ tu ganas- dije. Esta vez me miró.
-¿A qué te refieres?- dijo retirando el arma. Yo suspiré.
-Frank, podemos solucionar esto.- dije acercándome a él.
-¡No¡- volvió a apuntar a Mikey.
-¡Frank¡ está bien, tu…tu ganas- repetí. Él me miró, sin dejar de apuntar a Mikey.
-Yo…bueno…estaré contigo-dije, sabiendo lo duras que eran aquellas palabras para Mikey.
Frank se alejó de Mikey para acercarse a mí, guardó su arma, vi en su mirada que ese no era él.
-Frank…- dije en voz baja. En un momento de cordura, Frank dijo- lo…lo siento.- Se sentó sobre el sofá y yo corrí hacia Míkey, le ayudé a levantarse y me agarré a él hasta hacerle daño, le apreté contra mí hasta que dejé de oír su respiración. Le separé un par de milímetros, y volví a tirar de él hacia mí. Los dos miramos a Frank, que sostenía su cabeza entre sus manos. Nos acercamos a él.
-Frank…-dije. Él me miró, estaba llorando y tenía la cara tapada por el pelo.
-Frank…tienes que entenderlo.- dije ya tranquila. Puse mi mano sobre su hombro y le sonreí. Él me devolvió la sonrisa, era la sonrisa más triste que había visto nunca, pero me conformé con eso. Le besé en la mejilla. Mikey y yo nos fuimos, le dejamos solo, pensamos que tal vez necesitase pensar.
Fuimos a la habitación 5, mi habitación. Nos sentamos en el suelo, apoyándonos en la cama.
-Joder, lo siento, todo esto es por mi culpa- dije apoyando mi cabeza sobre mis rodillas.
-No- respondió él y me rodeó con su brazo.
Yo aún trataba de entender todo lo que acababa de pasar y Mikey me besó delicadamente el cuello, no se si mi reacción fue acertada, pero me gire, le agarré de la chaqueta y tiré hacia arriba, levantándonos los dos, le tiré sobre la cama y me quité la camiseta. Él se quitó la chaqueta y yo me tiré sobre su cuerpo, agarré su camiseta y tiré de ella, no estaba muy segura de lo que iba a pasar después, ni si quiera sabía lo que estaba haciendo en ese momento, pero cuando le besé, supe que había hecho bien.

miércoles, 13 de julio de 2011

Capítulo 13.

Salí a buscar a Mikey, nos encontramos en uno de los pasillos.
-Te estaba buscando- dijimos a la vez, por lo que reímos un poco.
-¿Querías decirme algo?- le dije.
-Bueno sí, pero no era nada importante-me dijo sonriendo.
Nos disponíamos a volver cuando vi que una de las puertas de las habitaciones se abría. Saqué mi pistola laser, y sin preguntar, Mikey me imitó. Entramos, había sido una corriente de aire, suspiré aliviada y me senté sobre un lado de la cama. Mikey guardó su arma y se sentó junto a mí. Continuamos un rato en silencio, cada uno en sus pensamientos, aunque, para ser sincera, en ese momento, mi único pensamiento era él, su sonrisa, su mirada, ese… maravilloso pelo rubio. Le mire, estaba iluminado por la tenue luz que provocaban las nubes tapando el sol, sentí algo extraño en mi interior. El se giró y nos miramos, la escena me pareció aun mejor de perfil. Entonces él se acercó a mí, despacio, tan despacio que ni siquiera lo noté, cuando quise darme cuenta, nuestros labios estaban a punto de colisionar, pero no pensaba hacer nada por evitarlo, él había logrado hacerme sentir algo más, me sentía extraña, no me reconocía, el vello se me erizó y mi corazón empezó a acelerarse. Finalmente sus labios rozaron los míos, me aparté. –Lo siento- dijo él mientras se ponía de pié. Agarré su brazo, el se giro y nuestros ojos se encontraron, sobraron las palabras, nos acercamos poco a poco, me puse de puntillas y besé aquellos perfectos labios. Empezó a llover, la ventana aún estaba abierta, pero eso ya no nos importaba. No tumbamos en la cama mientras sonreíamos, me empujó y se puso encima de mí.-Te quiero- dijo. –Yo más- le respondí. –No creo- dijo mientras girábamos sobre la cama.
-Me haces sentir jodidamente especial- dije tras besarle dulcemente la mejilla.
-Eso es fácil, ya lo eres- dijo devolviéndome el beso. Sentía un cosquilleo en el estómago, no hacía falta que pasase nada más, ese momento, era único, irrepetible e inigualable.
-Te amo- dijo separándose un poco de mí. Tiré de él hacia mí.
-Eres…-dije en un susurro. Él me miro, ahora yo estaba encima de él. –Eres mi droga Mikey Way, contigo, desaparezco.
-¿Así es como desapareces?
-Aparte de con mis poderes claro está- los dos reímos y nos tumbamos sobre la cama, esta vez, uno al lado del otro. Me acurruqué en su pecho, me sentía tan bien, de repente, empezamos a mojarnos, la ventana seguía abierta y fuera estaba diluviando. Riendo la cerramos entre los dos, entonces nuestras manos se rozaron, y los dos sentimos lo mismo. Un silencio espectral inundó la habitación, solo se oía el sonido de nuestras respiraciones, y si agudizabas un poco el oído, se podía oír el sonido de nuestros corazones latiendo al unísono.
Recorrí con la mirada todos sus rasgos, sus imperfectos rasgos, sus adorables rasgos. Era tan…imperfectamente perfecto.
Puso su mano sobre mi mejilla, me acarició levemente y después su mano se perdió entre mi cabello. Me acerqué a él, hasta que apenas no separaban unos milímetros, entonces él me agarró y se tiró, arrastrándome a mí tras de él, sobre la cama. Solté un pequeño grito, provocando que él riese, me encantaba su risa, esa maldita risa que me hacía enloquecer, no pude aguantar más, agarre su cara y le besé. Noté como abría mucho los ojos, y como los volvía a cerrar, se puso encima de mí, sin dejar de besarnos, pude notar su sonrisa, entonces paré, puse mis manos sobre su pecho, y empujé, dejándole de rodillas sobre la cama, entonces me incorporé, quedando a su altura, agarré sus brazos, le miré a los ojos y le dije:
-Te quiero.
-Lo sé. Te amo- dijo él.
-No, no lo has entendido. Te quiero a ti-dije, segundos después le besé.

martes, 12 de julio de 2011

Capítulo 12.

Nos despedimos de Renné y de William, Ray se entretuvo un poco más.
Nos pusimos en marcha, faltaba poco para llegar a la zona 6, y seguramente estaría infestada de draculoides. Nada más llegar, allí estaban, ellos se cubrieron con sus cascos y máscaras, y Frank me prestó un pañuelo para taparme la cara, intentamos no llamar la atención, y aunque muchos de los draculoides nos vieron, no nos hicieron mucho caso, pasamos a través de la carretera y los draculoides se apartaban a nuestro paso, no creíamos lo que veíamos, ninguno de ellos intentó atacarnos, ni si quiera dispararon al coche.
-Sigue conduciendo, no hagáis nada, dentro de poco, llegaremos a un motel, pararemos allí- dije en voz baja, pero lo suficientemente alto para que todos me oyesen.
Tras unos 15 minutos, vimos el motel, estaba un poco peor de lo que recordaba, pero todavía conservaba su encanto.
Bajamos del coche, yo corrí hacia la puerta, giré el picaporte tres veces a la derecha y dos a la izquierda, la puerta se abrió, por dentro todo estaba exactamente igual que como lo había dejado, todo perfectamente ordenado, puertas y ventanas cerradas,  llaves de las habitaciones ordenadas por colores. Por fin estaba en casa.
-Hay agua corriente, la electricidad funciona perfectamente y detrás hay un depósito de gasolina- les dije a los chicos, que ya estaban dentro.
-¿Qué es este sitio?- dijo Mikey mirándolo todo.
-Bueno, esta es mi casa, ha sido mi escondite durante mucho tiempo, y lo he adaptado un poco- le respondí. Después descolgué un cuadro de la pared, dejando a la vista una gran caja fuerte, la abrí, aunque no recordaba bien la combinación. Saqué un par de armas y se las repartí a los chicos.
-Hay que estar preparados- dije respondiendo a sus gestos.
-Voy a ducharme- dije.-funcionan dos duchas, si queréis ducharos hay toallas en aquel cajón, aunque el agua caliente solo sale cada 20 minutos. Tal vez tengáis que esperar.
-Me pido el primero- saltó Ray.
-Yo el segundo- dijo Mikey.
Saqué un par de toallas del cajón y se las lancé. –Apañaros como podáis- dije.
Cogí la llave de la habitación número 47 y fui a ducharme.
Esa ducha me sirvió para pensar. Pensé en mi hermana, en Mikey, en Frank, en Gerard…
Tomé una decisión.
Salí de la ducha, me cubrí con una toalla y volví a la sala de recepción. Ray no estaba, había ido a ducharse.
-Chicos, voy a cambiarme y a dar una vuelta por aquí, no hagáis locuras- ellos rieron. Cogí la llave de la habitación 5, allí estaban todas mis cosas. Busqué en mi armario algo cómodo, al final escogí unos vaqueros oscuros, unas botas negras altas, una camiseta amarilla de tirantes y cogí mi chaqueta de cuero azul oscura. Busqué mi antifaz de repuesto, y justo cuando iba a rendirme le vi sobre la mesilla de noche. Le guardé en el bolsillo interior de mi chaqueta y salí a dar una vuelta y comprobar que todo estaba bien. Tras pasar por todas las habitaciones y asegurarme de que estaban cerradas, volví a recepción, ahora faltaba Mikey.
-Ray, ¿Puedes venir un momento?- dije, tal vez el supiese lo que pasó la otra noche. Él y yo salimos a la parte de atrás.
-Oye, tengo que preguntarte algo…anoche…¿Qué diablos pasó?
-¿Anoche? Bueno, anoche pasaron muchas cosas.
-Me refiero, entre Gerard, Frank y yo…
-Ah,¿ te refieres a cuando empezasteis a besaros y hacer el tonto entre los tres?
-¿Qué hicimos qué?
-¿No lo recuerdas?
-Ray, no recuerdo absolutamente nada de esa noche.
-Está bien, empezasteis a tontear entre los tres, y Mikey se fue, tú le seguiste, al cabo de un par de horas volviste, no sé lo que pasaría entre vosotros…
-Vale, esa parte me la sé, ahora dime que pasó después.
-Frank quiso que te fueses con él a pasar la noche, pero Gerard intentó impedírselo, empezaron a gritarse, tú agarraste a los dos y te los llevaste. Renné fue a buscaros, y cuando volvió, dijo que os habíais encerrado en una de las habitaciones. Después Renné y yo nos fuimos a nuestra habitación y no supimos nada más de vosotros.
No creía lo que oía, dios mío, ¿Había pasado algo? Aún no estaba segura pero todo apuntaba a que sí. Me mareaba un poco cada vez que pensaba en aquella noche e intentaba recordar.
-Ray, ¿Crees que pudo pasar algo?- dije.
-Pudo pasar de todo esa noche ¿A qué te refieres? –respondió, yo arqueé las cejas como única respuesta.
-Oh, vale…pues…no tengo ni idea.- respondió a la vez que volvía al interior de motel.
Joder, al menos ahora sabía algo más. Pero no sabía qué hacer, a los pocos minutos, yo también entre en el motel. Mikey había terminado de ducharse, y me estaba buscando.
-¿Qué pasa? –dije.
-Mikey te está buscando, dice que tiene algo importante que decirte- respondió Gerard.

lunes, 11 de julio de 2011

Capítulo 11.

Aproximadamente sobre las 6 de la tarde, llegamos a un edificio en medio de la nada, pero muy bien camuflado entre dos montañas. Paramos el coche enfrente de una puerta, aparentemente  la principal. Ray bajo corriendo del coche y empezó a aporrear la puerta. Al instante se abrió y apareció un niño pequeño, de unos cuatro años que se tiró a sus brazos. Cuando todos estábamos fuera del coche, vimos que Ray y el niño jugueteaban con un balón, les sonreí. Entonces Ray se acercó a mí, cogió al niño en brazos y  dijo
-Mira campeón, ¿La conoces? esta es Twisted Fistfight.
-Hola pequeñín- dije mientras le alborotaba su pelo rizado.
Frank y Mikey entraron en el edificio y Gerard me dio la mano –Sígueme- dijo. Los dos entramos a una gran sala en el interior de edificio, muy colorida, con varios sillones, en uno de ellos, estaba sentada una chica que al vernos empezó a saludarnos y abrazarnos eufóricamente. Al cabo de un rato, entró Ray junto al niño, y junto a la chica, se fundieron en un largo abrazo.
-¿Qué pasa aquí?- le pregunté  Gerard al oído, quien aún me agarraba de la mano.
Él me sonrío y me explico que era Renné, la mujer de Ray, y que el niño pequeño era su hijo.
No pude evitar sorprenderme, y a la vez alegrarme por Ray. Intenté hablar con él a solas, pero parecía que ninguno de los presentes estaba por la labor, por lo que salí a fuera  y  me puse a jugar al futbol con William. Pasados unos minutos, apareció Ray. Me acerqué a él.
-¿Con qué…un hijo eh?- dije.
-Sí, William es mi vida.- me respondió. –Además, ¿Sabías que Twisted Fistfight es su ídolo?
Reí. Y llamé a William, le cogí en brazos.
-Ya me lo ha estado contando, y además me ha enseñado como pelea ¿verdad?
Ray rió y William empezó a dar puñetazos al aire.
-Eres todo un luchador ¡Igualito que tu padre!- Dije.
Volvimos a entrar, dentro, todos reían y gritaban, me di cuenta de que estaban medio borrachos, por lo que Ray y yo llevamos a William a su cuarto, ya era de noche por lo que se durmió enseguida.
Volvimos a la sala y todos estaban aún más borrachos y gritaban más alto, les indicamos que se callasen, que William dormía, pero el silencio duró poco, Ray y yo también bebimos  y acabamos tan borrachos como el resto.
A la mañana siguiente desperté con dolor de cabeza y sin poder recordar nada más.
Estaba en una cama, hacia bastante tiempo que no me dormía sobre algo tan cómodo, por lo que cerré los ojos. De repente, sentí que algo me rozaba el brazo, pensé que sería la sábana, por lo que no le hice caso, pero entonces sentí algo en el otro brazo, abrí los ojos y miré hacia la derecha, allí estaba Frank, dormido. Después mire hacia mi izquierda, y vi a Gerard.
Mierda, mierda, mierda, mierda, mierda, pensé, y esa palabra no dejaba de repetirse en mi mente. ¿Qué cojones había pasado esa noche? ¿No habría…? No, no no, no, eso era totalmente imposible…o tal vez…NO, no podía pensar en eso.
Oí a Frank despertarse, intenté fingir que dormía, y aunque no lo hiciese muy bien, creo que funciono, porque oí  Frank salir de la habitación. Me levanté, gracias a dios estaba vestida.
-¿A dónde vas?-dijo Gerard. Me giré y al verle, me arrepentí de haberlo hecho. No tenía nada de cintura para arriba. Y menos mal que tenía los pantalones puestos.
-Gerard, dime la verdad, ¿Qué ocurrió anoche?- dije nerviosa.  El rió, pero esta vez no le seguí el juego, le miré muy seria.
-La verdad es que no me acuerdo absolutamente de nada, pero, no creo que habiendo despertado aquí haya pasado nada malo-dijo mientras buscaba su camiseta.  Yo puse los ojos en blanco, salí de la habitación y busqué a Frank, tal vez el recordase algo de lo que había ocurrido. Le encontré tirado en un sofá, tomando una taza de café. La verdad es que a mí tampoco me vendría mal tomarme otra. Mikey se estaba sirviendo una y le dije que me pusiese otra a mí. Me senté junto a Frank.
-Oye, ¿Qué pasó anoche?- le dije en voz muy baja.
Él se giró, me miró y me dijo –no tengo ni puta idea.
Genial, era justo lo que necesitaba, otro que no lo supiese. Aparecieron Renné y Ray con William. Les saludamos y William empezó a gritar, haciendo que nuestras cabezas estallasen, por lo que le senté sobre mis piernas  y le prometí enseñarle a disparar, a cambio de que se callase. Busqué a Gerard, porque aún no había parecido. Entonces me choqué contra Mikey.
-Oh, lo siento- dije.
-Oye, lo de anoche, bueno…que…tal vez- dijo él.
-Un momento ¿Recuerdas lo que pasó anoche?- le respondí deseando que sí.
-Sí, bueno, fue algo difícil de olvidar.
-Mikey ¿Qué coño pasó anoche?
-¿No lo recuerdas?
-No.
-Bueno, pues, anoche pasaron muchas cosas.
-Mikey, quiero saber que pasó.
- Estábamos todos pedo, Ray y Renné se fueron,  un rato después yo me fui y tú me seguiste, estuvimos hablando de muchas cosas…
-Espera, “hablando”- dije aliviada.
-Sí, me contaste cosas sobre tu pasado, sobre tu familia…
-Bueno ¿y después?
-Sí que es verdad que no recuerdas absolutamente nada- dijo un poco incrédulo. No sabía a qué venía eso, pero quería saber lo que había pasado con Gerard y Frank.
-Bueno, y cuando me fui ¿Qué hice?
-Cristina, me hablaste sobre tu hermana ¿Lo entiendes?
En ese momento sentí una puñalada en el estómago, ¿Le hablé sobre mi…hermana?
-¿Qué yo hice qué?
-Me hablaste sobre ella, sobre lo mucho que la querías, y lo que mucho que la vas a seguir queriendo, me contaste como era, lo que le gustaba hacer…
Sentía que el mundo se me caía encima y no podía hacer nada por evitarlo, pero Mikey estaba allí para ayudarme, me rodeó con sus brazos y me besó la mejilla. Gerard salió de la puerta de enfrente, esta vez con camiseta. Se quedó mirándonos, pero yo no soltaba a Mikey, no quería hacerlo, no podía hacerlo.

domingo, 10 de julio de 2011

Capítulo 10.

Había pasado una noche horrible, me había despertado varias veces por culpa de una pesadilla. Frank había intentado tranquilizarme, pero todo lo que hacía era inútil. Intentaba dormir, pero tenía miedo de que aquellas imágenes se repitiesen. Estaba amaneciendo, decidí salir del coche, Frank estaba totalmente dormido, no quise despertarle, le dejé descansar, había pasado toda la noche en vela por mí, merecía que le dejase tranquilo.
La hoguera aún tenía algo de llama, y Gerard, Mikey y Ray, estaban tumbados alrededor.
Me senté en el suelo, viendo como amanecía, el cielo adquirió unos tonos amarillentos y anaranjados. Eso hizo que yo me calmase.
-¿Qué haces ya despierta?-oí decir a  Mikey.
-Buenos días- le saludé simpáticamente.
Se sentó a mi lado, bostezó a la vez que se estiraba los brazos, y los volvió a bajar, dejando uno sobre mis hombros. Era el truco más viejo del mundo, pero me pareció encantador. Me apoyé sobre él.  Estaba cansada, necesitaba dormir un poco, pero le temía a la oscuridad que se producía cuando cerraba los ojos.
-Oye…has…¿has cambiado de idea?- dijo Mikey.
-¿A qué te refieres?
-A…bueno, aquello que dijiste, sobre…la zona 6…-dijo, con la voz cortada.
Le miré a los ojos, noté en su mirada que estaba preocupado.
-Nunca podría dejarte.-en ese momento, la pesadilla volvió a mi cabeza y me levanté corriendo. Desperté a Gerard y a Ray.
-¿Qué pasa?- dijo Mikey corriendo detrás de mí.
-¡NADA¡- le grité, me arrepentí de haberlo hecho y me giré para disculparme. Estaba allí de pié, inmóvil, se había quedado petrificado.  Me acerqué a él, y cuando estábamos a escasos centímetros de distancia, me paré. –Lo siento- susurre.
-¿Qué ocurre?- dijo sin mover ni un músculo.
-Lo siento, es que, esta noche, no he dormido muy bien-le respondí mientras ponía mi mano sobre su hombro.
-¿Frank?- dijo él clavándome su mirada en mis ojos.
-No, no no, por Dios, no, él no, todo lo contrario- dije mientras negaba con la cabeza.
Entonces  Mikey se separó de mí.
-¡Oh no Mikey¡- dije.
-Claro.- dijo él.
-Mikey ¡No¡
-igual que con Gerard ¿verdad? No ha pasado nada de nada- dijo él irónicamente.
-Mikey por favor, no ha pasado absolutamente nada- dije recalcando cada palabra.
-No hace falta que mientas…-se giró y se fue a recoger las cosas.
-Mierda.- dije.
-¿Qué ocurre?- oí decir a Gerard. Me tiré a sus brazos buscando algo de comprensión. Frank salió del coche mientras se frotaba los ojos para despejarse, corrí hacia él.
-¡Frank¡  tú, tienes que, porque, y luego, así ¿Me entiendes?- dije muy deprisa.
-Tranquila, calma, repite.- dijo mientras bostezaba.
-Joder, es que, Mikey, piensa que tu y yo…bueno, que tu y yo…
-¿Qué?- dijo él ahora mucho más despierto.
-Pues eso.- me limité a decir.
-¿Dónde esta Mikey?
-No lo sé, por ahí supongo.
Frank fue a buscarle, pero antes de alejarse demasiado, volvió hacia mí y dijo
-¿Y si hubiese ocurrido?
-¿A qué te refieres?
-Bueno, si hubiese pasado algo esta noche, y Mikey lo supiese, ¿Habría algún problema?
-No, pero como no ha ocurrido, y a mí no me quiere escuchar, quiero que vayas y se lo expliques.
-¿Y por qué no dejamos que piense que sí que ha ocurrido algo?
-¿Qué? ¡No¡
-¿Por qué no?
-Porque no ha ocurrido nada.
-¿Pero y si hubiese pasado?
-Frank, creo que lo he dejado claro.
-Claro…pues yo  no le diré nada a Mikey.
No podía creer lo que me estaba diciendo. Fui a  buscar a Mikey, estaba junto a Gerard y Ray, recogiendo las cosas.
-Mikey, ven un momento.- dije intentando disimular.
-Si es para decirme algo de “eso”, por favor olvídame- me respondió. No podía creer, que Mikey estuviese diciendo eso. Me acerque a él, le agarre del cuello de la chaqueta y tiré de él. Iba a escucharme quisiese o no. Nos alejamos un poco, lo suficiente como para que nadie pudiese oírnos.
-Mikey
-No- me interrumpió.
-Mikey, me vas a escuchar, si o sí, ¿entiendes?- dije en un tono amenazador. El calló.
-Esta noche, entre Frank y yo, NO-HA-PASADO-NA-DA- dije separando cada palabra para que me entendiese.
-¿Entonces…?- dijo él.
-Esta noche…lo he pasado muy mal, porque he tenido una pesadilla, y Frank, ha estado ahí para intentar calmarme, nada más.-continué. Entonces Mikey me abrazó.
-Lo siento, soy un estúpido, pero es que después de lo de Gerard…- en ese momento recordé, que Gerard y Mikey eran hermanos, y pensé en el daño que podía haberle hecho a Mikey.
¿Qué estaba haciendo? No podía estar con los tres, y desde luego, no podía estar solo con uno, no quería hacerles daño, pero tampoco quería renunciar a ellos…¿Qué podía hacer?

jueves, 7 de julio de 2011

Capítulo 9.

Discutimos, discutimos mucho y muy alto. Ray intentó calmarnos, pero no pudo hacer nada.
Cayó la noche, yo la pasé en el interior del coche, fuera de la gasolinera, totalmente sola.
Por la mañana no desayunamos, pusimos rumbo directo a la zona 6. Iba a ser un viaje largo, duraría casi tres días.
En el coche todos estábamos callados. Ray encendió la radio, sonaba una canción, una que parecía muy buena, con un estribillo muy divertido, antes de poder darme cuenta, la estaba cantando.
-¿Te gusta?- dijo Gerard en un tono simpático. Me resultó raro, habíamos discutido muy fuertemente y ahora estaba tan feliz.
-Pues…Molonea- le respondí.
-Es nuestra.- dijo Frank.
-¿Qué?- dije muy asombrada. Todos rieron, entonces me pareció que la canción decía “tengo muchos monederos”.
-¿Qué acaba de decir la canción?- dije medio riendo.
-¿A qué te refieres?- dijo Mikey.
-No nada-respondí riéndome.
Entonces todos empezamos a cantar aquella canción, y cuando terminó empezamos a reir. Ahora todo parecía normal, ya nadie se acordaba de la discusión. Paramos en medio del desierto, estaba anocheciendo, y tendríamos que pasar la noche allí, en medio de la nada.
Ray y Frank encendieron una hoguera, mientras que Gerard buscaba señal para la radio.
Mikey se acercó a mí y me rodeó con su brazo.
-Esperemos que esta vez no nos interrumpan los draculoides- bromeó.
Me tumbé en el suelo y empecé a contar estrellas.
-¿Quieres algo para comer?- me dijo Frank, haciendo que perdiese la cuenta.
-Vaya, ya lo has fastidiado- dije.
-¿Qué he hecho yo ahora?- preguntó.
-Pues que estaba yo tan tranquila contando las estrellas y vas tu y me haces perder la cuenta- dije bromeando.
-Pues lo siento señorita, pero ahora me comeré tu ración.-respondió en tono de burla. Entonces me abalancé sobre él para quitarle su lata de comida, nos metimos en una mini pelea para conseguir la lata. Acabé ganando, aunque lo cierto es que me dejó ganar. Pero me dio un poco de pena y la acabamos compartiendo.
-Aver chicos. ¿Quién dormirá en el coche y quien aquí fuera?- dijo Gerard.
-a mí me da igual- dije.
-Bueno, yo pienso que ella debería dormir dentro-dijo Frank.
-De verdad, no hace falta, no sería la primera vez que duermo  a la intemperie.-respondí.
-Está bien. ¿Quién la acompaña?- dijo Gerard. Entonces se produjo un silencio incómodo.
-¿Porqué no duermo yo fuera, y dos de vosotros dentro?- respondí.
-No, tu duermes dentro.-Dijo Frank.
-¿Yo sola?- pregunté.
-Claro que no…podrías dormir conmigo- dijo Mikey.
Gerard y Frank, asesinaron a Mikey con la mirada.
-Por mí vale- dije.
-Por mí no- dijo Frank.
Volvimos al silencio incómodo de hacía un rato.
-Será mejor que yo duerma fuera.- dije.
-¡No¡-gritó Gerard. –Lo echaremos a suertes.
Gerard sacó una moneda del bolsillo derecho de su pantalón.
-Cara, Frank, Cruz, Mikey, el que gane contra mí.- la lanzó al aire. Yo cerré los ojos.
-Mierda- oí decir a Mikey.
-Bien, esto será entre tú y yo- dijo Gerard.
-Jódete capullo- dijo Frank.
Abrí los ojos y les miré, Mikey estaba de espaldas al fuego, Gerard le acompañó y Frank caminaba hacia mí.
-Parece ser que nos ha tocado juntos- dijo.
-sabéis, me parece genial que me tratéis como algo que se puede ganar o perder.-dije lo suficientemente alto para que todos me oyeran.
-No digas eso- dijo Frank mientras me daba la mano.
No me dio tiempo a decir nada más, Frank tiró de mí en dirección al coche.
Entramos y nos sentamos en los asientos de atrás.
Nos quedamos mirándonos fijamente unos minutos, después él se acerco a mí, nuestros labios se rozaron, pero yo me aparté.
-¿Qué pasa?- dijo.
-Nada.- me acerqué a él y le devolví el beso. Noté su sonrisa, por lo que yo también sonreí.
Empezó a desabrocharme la blusa. Le paré.
-Hoy no-dije.
-¿Porqué?-respondió.
-Lo bueno se hace esperar- dije. Le bese, me acomodé en el asiento, y me quedé profundamente dormida.

Capítulo 8.

Todos estaban callados, y por más que Ray proponía jugar a algo, para pasar el rato, alguien le veía algún inconveniente. Frank salió a fumar, y yo quise acompañarle. Mikey me detuvo
-¿A dónde vas?- me dijo.
-A fuera.
-¿A qué?
-A tomar el aire.- esa conversación estaba resultando rara.
-¿Con Frank?
-emm sí.
-Voy con vosotros- dijo mientras se levantaba.
-Yo también voy- dijo Gerard.
-No me dejéis solo- Dijo Ray.
Salimos todos, Frank estaba fumando, con una mirada me preguntó ¿Qué hacen estos aquí? Yo me encogí de hombros.
Pasaron unos angustiosos 20 minutos. Nadie decía nada.
-¿Frank, podemos hablar?- dije.
-Claro- contestó.
-Esto…en privado.
-Está bien.
Los dos entramos a la gasolinera.
-¿Qué quieres?- dijo sonriéndome.
-En realidad no quiero nada, es que me estaba muriendo de aburrimiento ahí fuera-reí.
Entonces él se acercó a mí, me besó en la frente, le agarré la chaqueta con las dos manos y tiré de él hacia mí.  Sus labios sabían a tabaco, no sé porqué, pero me gustaba esa sensación.
Se separó de mí y bajó la mirada.
-¿Qué ocurre?- dije.
-Yo…no puedo.- respondió.
-¿Qué?- no creía lo que oía.
-No puedo…no puedo besarte, verte…y saber, que tú quieres a otro.- dijo con la voz rota.
-Frank…yo…yo…- me acerqué   a él, apoye mi cabeza sobre su hombro, y dije en un susurro –te quiero.
En ese momento, Frank me abrazó fuertemente.
-Entonces…¿No quieres ni a Gerard ni a Mikey?- dijo mientras me separaba de él, agarrándome de los hombros. Quedamos el uno frente al otro. No sabía que responder a esa pregunta, quería a Frank, pero Gerard…y MIkey. Frank me miró a los ojos.
-Te quiero, eso es lo único que sé con total seguridad.- dijo, asegurándose de que yo oía bien cada una de sus palabras. Yo estaba callada, petrificada, no sabía qué hacer, que decir.
-No quiero perderte- dijo, esta vez, le costaba hablar.
Entraron Gerard y Mikey, Frank se giró y se quedó mirándolos, entonces yo sentí que no podía más y me dejé caer sobre la mesa.
-¿Ocurre algo?- dijo Gerard.
-Sí, la verdad es que sí que ocurren cosas. Estoy harto ya de este jueguecito de hoy contigo mañana contigo- dijo Frank, y me miró.
-Lo siento…-dije.
-No, eso ya no me vale.
¿Qué diablos estaba haciendo? Frank no podía hacerme esto.
-Necesito que tomes una decisión, y necesito que lo hagas ya.- dijo. Esas palabras me hicieron mucho daño, no podía pedirme eso, no podía…
-Frank, déjala- dijo Gerard. Le miré para agradecérselo.
-No, debe elegir, yo no puedo seguir así.
Lo cierto es que tenía razón, pero yo no podía elegir a uno, amaba a los tres.
-Hey, chicos, ¿no creéis que estáis siendo un poco injustos?- me defendió Mikey.
-Poneos vosotros en su lugar- continuó.
-No Mikey, Frank tiene razón, no puedo continuar así.
Me miraron. Yo estaba a punto de llorar.
-¿Y bien?- dijo Frank.
-Antes de nada, quiero que sepáis, que os amo, lo sois todo para mí- sentía como las lágrimas afloraban en mis ojos- que jamás pretendí esto y que…
-¿Sí?- dijo Frank.
-Que no puedo vivir así, y como no puedo elegir a uno de vosotros, me dejaréis en la zona 6, y no volveremos a vernos nunca.