Esto no podía estar pasando. Mikey estaba allí frente a mí, callado. Y yo, bueno, yo ya no era yo.
Entré en la gasolinera, me serví un café. Ray me dijo algo, pero le ignoré. Vi a Gerard sentado en una silla, y a Frank en la otra punta de la sala, apoyado en la pared.
-Voy a dormirme- entré en una pequeña habitación. Me acomodé en una silla. Empecé a pensar.
-¿estás dormida?- dijo alguien mientras golpeaba la puerta.
-Sí- me limité a contestar. No sé porqué entró. Era Mikey.
-oye, tú quisiste saberlo- me dijo.
- lo sé, y lo cierto es que no me arrepiento- respondí sin siquiera mirarle.
-bien, pues ahora que ya lo sabes. Creo que deberías tomar una decisión- dijo mientras se sentaba sobre una mesa. Le miré con cara de asco. La verdad es que estaba enfadada, muy enfadada, estaba furiosa, no sabía muy bien porqué.
Entonces entraron Frank y Gerard. Perfecto, los que faltaban.
Frank se acercó a mí. Me levanté y me fui lo más lejos de ellos posible.
-¿Qué diablos te pasa?- dijo Gerard.
-¿Qué qué me pasa? No me pasa nada, nada de nada.- dije en un tono irónico.
-Scarlet, por favor- dijo Mikey mientras caminaba hacia mí.
-anda pija, no te pongas así- bromeó Frank, pero yo no estaba de humor.
-Que os dén- dije mientras salía y cerraba la puerta de un portazo.
Salieron al instante, yo estaba abriendo al puerta cuando Gerard me cogió de la cintura y tiró hacia atrás diciendo
-Oh no, tú no vas a ningún sitio.
Me di por vencida y me planté allí, de pie, esperando a que alguno de ellos dijese algo.
Se produjo un largo silencio incómodo.
-Scarlet, ya sabes lo que siento por ti, y hagas lo que hagas, lo seguiré sintiendo- dijo Gerard. Esas palabras hicieron que el enfado se me pasase un poco el cabreo.
-Yo…yo solo puedo repetir lo que ya te he dicho- dijo Mikey.
Miré a Frank, esperando a que dijese algo, pero no lo hizo, se acercó a mí, me acarició el cuello e intento besarme, pero giré la cabeza y no lo logró. Gerard no pudo evitar mostrar una sonrisa de satisfacción. Frank retrocedió unos pasos, pero entonces fui yo la que se inclinó hacia él y le besé. Pude sentir su sonrisa, y por el rabillo del ojo, vi la cara de Gerard, porque Mikey decidió no mirar. Me separé despacio de Frank, entonces giré el cuerpo de Mikey, que me daba la espalda y le dediqué un largo beso. Gerard se levantó bruscamente, pero hice que se volviese a sentar, besando delicadamente sus labios. Me separé despacio.
-¿Lo entendéis ahora?- dije.
Los tres estaban un poco asombrados, pero esa era la realidad, mi realidad.
Me fui otra vez a la habitación donde antes intentaba dormir, y me volví a acomodar en la silla, pero no estaba a gusto, me levante y me tumbé sobre una mesa, sí, creo que así se estaba mejor.
Me quede dormida al cabo de unos segundos.
El ruido de la puerta abriéndose me sacó de mis sueños. Pensé que había sido una corriente de aire, hasta que sentí que alguien me acariciaba el pelo, me incorporé, y esa persona se alejó.
-Espera- dije. Era de noche, y estaba oscuro, no podía ver nada, solo veía una sombra que se acercaba a mí.
La sombra me acarició el cuello, cerré los ojos, se inclinó hacia mí, me besó dulcemente el cuello, y ascendió despacio hasta llegar a mis labios, donde se entretuvo unos segundos, después se separó despacio, me rodeó con sus brazos y me acercó a él, entonces me empujó levemente, por lo que los dos quedamos sobre la mesa, el uno encima del otro, me besó de nuevo el cuello, esta vez un poco más abajo, sus manos, que estaban en mi cintura, empezaron a subir por mi torso, yo le quité la chaqueta y la lancé al suelo, él rió, reconocí esa risa, era tan contagiosa como la primera vez que la oí, por lo que también reí. Apoyó las manos sobre la mesa, quedando unos centímetros sobre mí. Ahora podía ver con más claridad ese pelo de fuego.
Tiré de su camiseta, haciendo que se separase por completo de su cuerpo, entonces él desabrochó los botones de mi camisa, esta vez se dio un poco más de prisa, mis manos bajaron por sus caderas y desabrocharon su cinturón, rió, y yo le sonreí.
Él tiró de sus pantalones vaqueros, y los arrojó contra la pared, volvió a besarme, y sus labios bajaron por mi cuello, atravesaron mi tripa y llegaron hasta mis vaqueros. Me los quitó lentamente. Mientras, terminé de quitarme la blusa. Volvió a ponerse encima de mí y su cuerpo bajó lentamente hasta que rozó el mío. Nos besamos, esta vez fui yo la que descendió sobre su cuerpo, pero él me sujetó y dijo -¿De verdad quieres hacerlo?
-¿tienes algún inconveniente?- respondí
Él rió, haciendo que yo también lo hiciera.
Volvió a besarme, mientras sus manos bajaban por mi cintura. Cerré los ojos.
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