Salí a buscar a Mikey, nos encontramos en uno de los pasillos.
-Te estaba buscando- dijimos a la vez, por lo que reímos un poco.
-¿Querías decirme algo?- le dije.
-Bueno sí, pero no era nada importante-me dijo sonriendo.
Nos disponíamos a volver cuando vi que una de las puertas de las habitaciones se abría. Saqué mi pistola laser, y sin preguntar, Mikey me imitó. Entramos, había sido una corriente de aire, suspiré aliviada y me senté sobre un lado de la cama. Mikey guardó su arma y se sentó junto a mí. Continuamos un rato en silencio, cada uno en sus pensamientos, aunque, para ser sincera, en ese momento, mi único pensamiento era él, su sonrisa, su mirada, ese… maravilloso pelo rubio. Le mire, estaba iluminado por la tenue luz que provocaban las nubes tapando el sol, sentí algo extraño en mi interior. El se giró y nos miramos, la escena me pareció aun mejor de perfil. Entonces él se acercó a mí, despacio, tan despacio que ni siquiera lo noté, cuando quise darme cuenta, nuestros labios estaban a punto de colisionar, pero no pensaba hacer nada por evitarlo, él había logrado hacerme sentir algo más, me sentía extraña, no me reconocía, el vello se me erizó y mi corazón empezó a acelerarse. Finalmente sus labios rozaron los míos, me aparté. –Lo siento- dijo él mientras se ponía de pié. Agarré su brazo, el se giro y nuestros ojos se encontraron, sobraron las palabras, nos acercamos poco a poco, me puse de puntillas y besé aquellos perfectos labios. Empezó a llover, la ventana aún estaba abierta, pero eso ya no nos importaba. No tumbamos en la cama mientras sonreíamos, me empujó y se puso encima de mí.-Te quiero- dijo. –Yo más- le respondí. –No creo- dijo mientras girábamos sobre la cama.
-Me haces sentir jodidamente especial- dije tras besarle dulcemente la mejilla.
-Eso es fácil, ya lo eres- dijo devolviéndome el beso. Sentía un cosquilleo en el estómago, no hacía falta que pasase nada más, ese momento, era único, irrepetible e inigualable.
-Te amo- dijo separándose un poco de mí. Tiré de él hacia mí.
-Eres…-dije en un susurro. Él me miro, ahora yo estaba encima de él. –Eres mi droga Mikey Way, contigo, desaparezco.
-¿Así es como desapareces?
-Aparte de con mis poderes claro está- los dos reímos y nos tumbamos sobre la cama, esta vez, uno al lado del otro. Me acurruqué en su pecho, me sentía tan bien, de repente, empezamos a mojarnos, la ventana seguía abierta y fuera estaba diluviando. Riendo la cerramos entre los dos, entonces nuestras manos se rozaron, y los dos sentimos lo mismo. Un silencio espectral inundó la habitación, solo se oía el sonido de nuestras respiraciones, y si agudizabas un poco el oído, se podía oír el sonido de nuestros corazones latiendo al unísono.
Recorrí con la mirada todos sus rasgos, sus imperfectos rasgos, sus adorables rasgos. Era tan…imperfectamente perfecto.
Puso su mano sobre mi mejilla, me acarició levemente y después su mano se perdió entre mi cabello. Me acerqué a él, hasta que apenas no separaban unos milímetros, entonces él me agarró y se tiró, arrastrándome a mí tras de él, sobre la cama. Solté un pequeño grito, provocando que él riese, me encantaba su risa, esa maldita risa que me hacía enloquecer, no pude aguantar más, agarre su cara y le besé. Noté como abría mucho los ojos, y como los volvía a cerrar, se puso encima de mí, sin dejar de besarnos, pude notar su sonrisa, entonces paré, puse mis manos sobre su pecho, y empujé, dejándole de rodillas sobre la cama, entonces me incorporé, quedando a su altura, agarré sus brazos, le miré a los ojos y le dije:
-Te quiero.
-Lo sé. Te amo- dijo él.
-No, no lo has entendido. Te quiero a ti-dije, segundos después le besé.
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